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Reportaje:

Nuevos aires en el mar del Norte

Reino Unido comienza la reconversión de su industria petrolera de alta mar hacia la eólica - La potencia de todos los molinos equivaldrá a la de 25 nucleares

Stephen Remp ya ha vivido una situación como ésta. "Llegué a Escocia a principios de los 70 y viví el boom del petróleo y el gas en el mar del Norte. Lo que veo alrededor me recuerda a aquello, pero ahora con viento", explica en Aberdeen (Escocia), uno de los grandes centros petrolíferos de la costa británica. Este empresario estadounidense hizo fortuna con el petróleo y el gas británico, pasó a Azerbaiyán y sus ingenieros perforan en Irak. Lleva un traje sin corbata, pelo engominado hacia atrás. "Pueden buscar en Google mi nombre", reta.

A Remp le suena tanto la música que escucha cuando el Gobierno británico anuncia planes para instalar 25.000 megavatios eólicos en el mar del Norte -la potencia de 25 centrales nucleares y un 47% más de lo que España tiene- que acaba de cambiar el nombre y el objeto de su empresa: de construir plataformas petrolíferas y de gas en alta mar para las grandes compañías pasará a levantar molinos de viento en el agua. Su empresa se llama ahora Seaenergy Renewable.

Remp personaliza la reconversión de la industria petrolífera que ha emprendido Reino Unido para cumplir los objetivos de renovables de la UE (el 20% de la energía en Europa debe ser verde en 2020), de los que se encuentra actualmente muy alejado. Para ello, prevé invertir 100.000 millones de libras (casi lo mismo en euros al cambio actual) y crear 250.000 empleos en el sector.

"Intentamos diversificar nuestra industria, no depender tanto del petróleo y del gas. Y las renovables son el futuro", explica Paul O'Brien, responsable de renovables en la Agencia Escocesa de Desarrollo Internacional, que la semana pasada organizó junto con el Gobierno británico un viaje para exponer sus planes a un grupo de periodistas europeos.

Iain Todd estuvo en el departamento de energía británico y ahora dirige una empresa de renovables en Aberdeen. "Quizá nos dormimos porque teníamos petróleo, gas y carbón y en los años de Thatcher construimos nucleares. No había tanta presión como en España o Dinamarca y no nos embarcamos en las renovables. La cosa ha cambiado y ahora importamos petróleo", medita. El resultado es que, mientras en España el 25% de la electricidad es de origen renovable, en Reino Unido sólo ronda el 5%.

O'Brien, un tipo grande, con un fuerte acento escocés, explica en el helipuerto de Aberdeen las similitudes con la explosión petrolífera en el mar del Norte hace 40 años. "Entonces vivimos una carrera para conseguir los permisos del Gobierno para perforar. Hoy es lo mismo, pero no hay tanta apuesta ni tanto riesgo. El viento está ahí. Lo sabemos".

El lugar elegido es la plataforma petrolífera de Beatrice, a unos 20 kilómetros en alta mar al norte de Aberdeen. "Abrió en los años setenta y se supone que a principios de los noventa estaría agotada, pero aún queda algo", explica O'Brien. La plataforma es propiedad de la empresa Talisman, especializada en aprovechar hasta la última gota de petróleo en yacimientos que agonizan. Desde el helicóptero, la plataforma parece un viejo barco asaltado por el orín.

Beatrice es una de las 234 plataformas en el mar del Norte y cuya producción decae irremisiblemente, incluso si con el alza de precios de 2007 se multiplicaran las perforaciones. Entre 1998 y 2008, la producción de petróleo en Reino Unido cayó un 44% y la de gas un 22%, según el anuario estadístico de British Petroleum. En 2008, Gordon Brown anunció que el mar del Norte había alcanzado su pico de producción de petróleo y que su intención era convertir la zona "en el equivalente en energía eólica a lo que Arabia Saudí es para el petróleo".

Ya se empiezan a ver los frutos. Junto a la plataforma de Beatrice, se alzan simbólicamente los dos primeros molinos de viento instalados de forma experimental. Son los mayores del mercado, cinco megavatios.

"¿Que por qué nos vamos a alta mar? Porque tenemos la tecnología y en tierra no tenemos nada que ofrecer", explica Allan Mac Askill, director del proyecto. Junto a estos molinos irá un parque de 920 megavatios, casi como una nuclear. "En el mar, sólo salen los números si haces un parque muy grande y eso no se puede hacer cerca de la costa", añade

Mac Askill, como la mayoría de los entrevistados, procede del mundo del gas y el petróleo. Reino Unido tiene los ingenieros, los buzos, las estructuras y el conocimiento para trabajar en el mar del Norte. No les asusta cimentar en profundas aguas gélidas. Su intención es producir así un tercio de su electricidad y abaratar la tecnología y exportarla a China y EE UU, que tarde o temprano tendrán que construir molinos en el mar. Lo mismo que Dinamarca, Alemania y España han conseguido con la inversión en eólica en tierra.

Mac Askill explica que hasta 50 o 60 metros de profundidad pueden instalar las 4.000 turbinas que quieren en alta mar. Los molinos son más caros pero también producen más porque allí el viento es más constante que en tierra. Los que instala Mac Askill funcionan unas 3.500 horas al año (el 40% del tiempo a plena carga) mientras que en España, en tierra, la media es de 2.270 horas al año.

La reconversión del mar del Norte es un símbolo de la revolución que supone la lucha contra el cambio climático y el fin de los combustibles fósiles. Es, además, un apunte de cómo será el mundo de mañana.

Los dos aerogeneradores fabricados por Repower, ante la plataforma petrolífera de Beatrice, en el mar del Norte.
Los dos aerogeneradores fabricados por Repower, ante la plataforma petrolífera de Beatrice, en el mar del Norte.

En España, pendientes de la pesca y el turismo

La energía eólica marina avanza lentamente en España. Uno de los países líderes en energía eólica en tierra y con multinacionales del sector (Gamesa, Acciona o Iberdrola), con más de 4.000 kilómetros de costa y viento, sigue sin un sólo molino en el mar. Aunque el Gobierno aprobó en 2007 un decreto que regulaba cómo sería la instalación de esos parques, aún no hay ningún proyecto aprobado.

Los motivos son varios. El primero es que la industria aún tiene margen para crecer en tierra, que es más barato. Además, España apenas tiene plataforma continental, lo que implica que la profundidad del mar crece muy rápidamente al alejarse de la costa. Los molinos flotantes para altas profundidades aún están en desarrollo, e instalar los molinos cerca de la costa genera más rechazo.

Pero lo que más lastra el desarrollo de esta tecnología es que allí donde pueden ir los molinos hay oposición vecinal y, sobre todo, del sector pesquero y el turístico. En el estrecho de Gibraltar o Galicia, las zonas con más viento, hay reticencias a estos parques.

Y sin embargo, las empresas españolas saben que no pueden quedarse atrás y que poco a poco tendrán que desarrollar y conocer la tecnología. Iberdrola, a través de su filial escocesa, Scottish Power, es de las más adelantadas al tener permiso para construir un parque en alta mar de 500 megavatios al oeste de Reino Unido.

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