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Reportaje:

Todos contra el aborto

El Frente Sandinista y la derecha firman el fin de la interrupción terapéutica del embarazo, que lleva vigente un siglo en Nicaragua

Francisco Peregil

El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y la derecha de Nicaragua se han unido para eliminar del Código Penal la figura del aborto terapéutica que permitía la intervención de los médicos en caso de que peligrara la vida de la madre. En plena campaña electoral, con el pensamiento puesto en cazar votos para los comicios presidenciales del 5 de noviembre, 28 diputados de izquierdas del FSLN, seis de la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) y 18 del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) han votado la derogación de un artículo del Código Penal que había estado vigente por más de 100 años en Nicaragua.

Nunca se había pronunciado el Frente Sandinista de Liberación Nacional en contra del aborto. Pero el pacto alcanzado por el líder del Frente, Daniel Ortega, con el cardenal Miguel Obando para granjearse los votos de la Iglesia ha sido decisivo. Casi ningún diputo del Frente se atrevió a romper la disciplina de voto. "Es una vergüenza que las diputadas hayan votado en contra de esta ley, ya que muchas habían dado su palabra de no eliminar el aborto terapéutico" indicó la doctora Ana María Pizarro. "No tuvieron el valor de enfrentarse al caudillo. Todos saben que las mujeres adineradas, cuando necesitan hacerse un aborto se van a Miami, y las sandinistas se van a Cuba", añadió.

"Bastó una marcha, cuatro gritos y unas beatas candidaturas para dar por cerrado el caso. Y no hubo consulta. No existió un debate. Nadie expuso sus razones. No se escuchó ningún diálogo", escribió el columnista Edwin Sánchez en El Nuevo Diario: "Saltamos la historia, o mejor dicho, la asaltamos. Los que aprobaron el aborto terapéutico hace más de cien años, parece que estaban más adelantados que nosotros".

Edmundo Jarquín, líder del Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), fue invitado por un periodista el pasado 10 de agosto a que se pronunciara sobre el aborto terapéutico. Éste se practicaba en Nicaragua cuando hay dictamen favorable de tres médicos y en caso de que peligre la vida de la madre, haya habido violación o se puedan dar malformaciones congénitas. Jarquín declaró que se mostraba a favor. Y en ese momento, los dos partidos liberales del parlamento de Nicaragua se volcaron en la campaña contra el aborto que hasta ese momento había emprendido la Iglesia sin obtener gran repercusión.

Jarquín, cuyo lema electoral reza Soy el feo que quiera una Nicaragua linda, sufrió una campaña en su contra que decía: "El aborto es feo". "Jarquín cometió el error de entrar al trapo ése", comentó un miembro de su campaña. "En un país con una tradición religiosa tan fuerte como la que tiene éste, estaba cantado que eso iba a servir de arma electoral".

Un arma que también arrojó el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Ortega no concede entrevistas ni interviene en debates electorales. Sólo pronuncia mítines que el canal de televisión del Frente retransmite íntegramente. Esos mítines llegan cargados ahora de alusiones al Papa y a Dios.

Esto no ha pasado inadvertido para los intelectuales de izquierdas, críticos no con el sandinismo sino con el danielismo. La escritora Gioconda Belli ha escrito: "Considerando que tras más de un cuarto de siglo de vida en común, hace apenas un año que la pareja Ortega-Murillo decidió casarse y abandonar lo que, para la Santa Madre Iglesia, era un estado censurable de concubinato, es sorprendente que ahora Rosario Murillo se presente ante nosotros en olor de santidad, proclamándose ella y su partido como defensores de la fe cristiana, de la vida, de los obispos, cardenales y clero católico y de todos aquellos que le faciliten el camino a ella y su marido para regresar a ostentar el poder en Nicaragua".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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