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Yasuní: prohibido perforar

Ecuador pide dinero para luchar por el cambio climático y no sacar el petróleo que se halla bajo uno de los lugares con más biodiversidad del planeta. La naturaleza gana

Al noreste de Ecuador, en pleno trópico y en medio de la Amazonia, se encuentra el parque nacional Yasuní, un emporio de biodiversidad como hay pocos en el mundo. Poblado de, literalmente, miles de especies de plantas y animales, tiene debajo de su suelo otro tesoro que podría convertirse en una amenaza potencial: una reserva de 846 millones de barriles de petróleo. En 2007, sin embargo, el Gobierno de Rafael Correa decidió lanzar la propuesta Yasuní ITT (http://yasuni-itt.gob.ec/), que consiste en proponerle al mundo mantener el bosque en pie y no extraer el hidrocarburo porque, en números y dólares, es una forma de luchar contra el cambio climático. Esta es la historia y la actualidad de esa propuesta y del parque, a partir de una incursión en sus espectaculares paisajes y en la jungla de discusiones que ha generado.

La "emisión evitada" valora económicamente no extraer el hidrocarburo
Las tres etnias de la zona son feroces opositoras a la actividad petrolera

Casi nunca deja de llover, o por lo menos de humedecer, como ahora que caminamos en medio de este sendero selvático frondoso, lleno de helechos, ceibos, flores extrañas y hasta un árbol a cuya raíz expuesta le llaman pene del diablo. Por el suelo, una larga fila india de hormigas camina disciplinada, llevando cada una de ellas un pedacito de hoja verde encima.

Por las copas de los árboles saltan de pronto unos monos de la especie llamada chichico (Saguinus fusciolis). Se cuelgan de las ramas y lianas, casi circenses, y producen un sonido que rompe el silencio del bosque. Una perdiz de la especie tinamus (Tinamus major) ha puesto también su matiz en el concierto al escarbar con sus patas la hojarasca.

¿Hay algo más valioso debajo de esta porción del paraíso, que habría sobrevivido al pleistoceno mientras casi todo el resto de la Amazonia, tras las glaciaciones, se convertía en una pradera? Según algunos, sí: unos 846 millones de barriles de petróleo, y por eso este lugar está en el ojo de una tormenta, pero también en el umbral de una posibilidad.

"Este es uno de los lugares de mayor biodiversidad en el mundo", afirma Juan Pablo Muñoz, encargado de la estación biológica Tiputini, ubicada en el borde del parque nacional Yasuní (parte de la reserva de la biosfera del mismo nombre). Un estudio de científicos de varias universidades que data de 2009 así lo evidencia.

Un insecto palo que se desliza sobre una rama formaría parte de unas 100.000 especies de insectos que se pueden encontrar ¡en una sola hectárea! Aquel ceibo gigantesco, que es como una pared monumental de madera, delante de la cual uno se puede tomar una foto como si fuera la fachada de un edificio, es uno del contingente de 655 especies de plantas que pueden poblar también esa pequeña extensión de selva. Como esos otros árboles que se agolpan o incluso enredan entre ellos, como asfixiándose. Cada uno es distinto y único, no se encuentran dos iguales juntos, lo que convierte a este ecosistema en algo colosal, pero también valioso y útil. En un esfuerzo innovador se ha estimado que si se mantienen en pie las 900.000 hectáreas de este bosque, se podrían obtener nada menos que más de siete millones de dólares (5,1 millones de euros).

¿Cómo? Pues evitando extraer esos 846 millones de barriles de crudo que yacen debajo y convirtiéndolos en certificados de emisión reducidos (CER), es decir, en una suerte de constancias de que esa cantidad de petróleo no se usó y, por tanto, no se echaron a la atmósfera 407 millones de toneladas de CO2. Eso es lo que propone la iniciativa Yasuní ITT (iniciales de Ishpingo, Tambococha, Tiputini, el nombre de los campos petrolíferos dentro del parque).

La "emisión evitada" es la llave de esta idea, que por primera vez apuesta por algo audaz: valorar más la biodiversidad que los hidrocarburos.

Según el economista ecuatoriano Roque Sevilla, por el petróleo, a un precio de unos 52,24 dólares el barril (38,09 euros; cifras de mayo de 2009), el Estado ecuatoriano obtendría unos 6.000 millones de dólares (4,3 millones de euros) en 30 años de explotación. Pero si apostara por no sacarlo obtendría más.

Los CER, en el mismo mayo de 2009, se cotizaban en el mercado de carbono del European Trading System (ETS), en la Bolsa de Leipzig, a 17,66 dólares (12,87 euros) por tonelada métrica de CO2. Multiplicados por los 407 millones de este gas invernadero que se dejarían de emitir al dejar el petróleo de Yasuní bajo tierra, se obtendrían 7.188 millones de dólares (5.242 millones de euros). Eso sin contar los daños al ecosistema, el tiempo limitado de la explotación, etcétera.

Más aún: el crudo de estos yacimientos es muy denso: tiene 14,6 API (American Petroleum Institute, una medida para la densidad del hidrocarburo), por lo que tendría que mezclarse con crudo más liviano, todo lo cual aumentaría el coste. Por añadidura, toda esa cantidad de petróleo ahí enterrada apenas equivale a 10 días de consumo en todo el mundo, por lo que no ocurriría ninguna hecatombe si no se extrae.

El problema y las dudas estriban, en parte, en que el ejemplo podría cundir en todo el planeta, que se comenzaría a preguntar cuál es el verdadero negocio a largo plazo y si vale la pena soportar impactos y verdaderos etnocidios y ecocidios. Tales como los que sufrió Ecuador desde los años cincuenta, cuando el boom petrolero hizo que su economía comenzara a depender del acariciado oro negro.

En las fronteras del parque Yasuní, un enjambre de tubos tenebrosos, unos pozos sin resguardo alguno y unas chimeneas flameantes, que escupen fuego sin parar y que son el signo de que el petróleo se está extrayendo, remiten aún a esa época. Los excesos ahora son menores, pero la huella de la compañía Chevron-Texaco, como explica el exministro de Energía y Minas de Correa Alberto Acosta, causó daños inconmensurables.

"Ha contribuido sistemáticamente a la destrucción de la Amazonia", escribe en el libro Entre el petróleo y la vida, en el que lo acompañan varios autores. De acuerdo con él, entre 1964 y 1990, dicha empresa perforó 339 pozos en 430,000 hectáreas, extrajo unos 1.500 millones de barriles de petróleo y echó miles de millones de barriles de agua de producción y desechos. Hubo contaminación, derrames, pérdida de biodiversidad.

En términos humanos, los principales afectados fueron los colonos y los indígenas de tres etnias: los waorani, la mayoritaria, que tiene una parte de sus integrantes viviendo en pueblos y otra en aislamiento voluntario, y los tagaeri y taromenane, cuya población estaría en esa condición vulnerable. Esto explica que en buena parte de la zona haya crecido una furiosa oposición a la actividad petrolera.

Y que, por tanto, la propuesta Yasuní ITT no tenga "gerente propietario alguno", como sostiene Acosta, aun cuando haya sido presentada oficialmente por el Gobierno de Correa en 2007. En cierto modo es la respuesta social frente a una historia dolorosa, poblada incluso de muertos, pues los enfrentamientos entre los waorani y petroleros o madereros fueron muy frecuentes.

¿Y cómo de cerca se está de hacer realidad esta propuesta ambientalista, que revolucionaría la forma de manejar los ecosistemas y de valorar la naturaleza? Desde que se lanzó la idea, como comenta Christian Zurita, periodista del diario Expreso de Guayaquil, el tema ha tenido un componente ambiental y otro político. Él tiene la impresión de que finalmente la iniciativa Yasuní ITT no se pondrá en marcha, en parte porque en Manta, el puerto marítimo más importante de Ecuador, se está construyendo la refinería del Pacífico, que tendrá que recibir millones de barriles de algún lado.

Ha habido, además, varios zigzagueos presidenciales desde que se presentó la propuesta. La primera comisión que empujó la iniciativa la presidía Sevilla y la conformaban personas muy reconocidas, como Francisco Carrión (ex embajador de Ecuador ante la ONU) y Yolanda Kakabadse, que fue presidenta de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Cuando este equipo ya había conseguido prácticamente el compromiso de 50 millones de euros anuales por parte de Alemania, durante 13 años, y unos 241,8 millones de dólares por parte de España (Bélgica también aportaría 79,3 millones), ocurrió algo inesperado. El presidente Rafael Correa, en un rapto de nacionalismo, desautorizó la firma para la creación del fideicomiso que manejaría los fondos, que se iba a realizar nada menos que en la Cumbre de Copenhague de diciembre de 2009. Su argumento fue que no permitiría que los donantes afectaran la soberanía del país.

El 9 de enero de 2010, para remachar su repentino cambio de talante, calificó de "desastrosa" la gestión de la comisión, con lo que prácticamente todo el equipo inicial se desembarcó. La nueva jefa de la comisión Yasuní es Ivonne Baki, exministra de Comercio Exterior del defenestrado presidente Lucio Gutiérrez.

A enero de 2011, la única cantidad asegurada son 36 millones de dólares (unos 26 millones de euros) provenientes de un canje de deuda con Italia y de 100.000 dólares (73.000 euros) donados por Chile. Los ofrecimientos de otros países siguen allí, pero los devaneos presidenciales han hecho que los donantes también duden, aun cuando la comisión afirma que para finales de 2011 se logrará recaudar al menos unos 100 millones de dólares (73 millones de euros).

Antes, a finales de 2010, Correa había declarado que sometería la propuesta a una consulta popular (una de sus especialidades). Al final, en enero de este año, al mandar las preguntas para la próxima consulta, no lo hizo, pero de todas maneras flota con fuerza la idea de que pondrá en marcha el plan B, que consiste en extraer el petróleo "con el mayor cuidado ambiental posible", algo siempre controvertido.

Los recursos del paraíso

Algunas coordenadas básicas del territorio.

1. La reserva del hombre y la biosfera Yasuní está ubicada a unos 250 kilómetros al sureste de Quito, en la provincia ecuatoriana de Orellana. Se extiende por 16.280 km². Fue designada como tal en 1989 por la Unesco.

2. Comprende el parque nacional Yasuní (9.820 km²), creado en 1979, y la reserva étnica Waorani (7.000 km²), establecida en 1983.

3. Dentro de la reserva viven indígenas en aislamiento voluntario de las etnias tagaeri, taromenane y también algunos waorani (otros están ya en contacto).

4. El parque nacional Yasuní es uno de los lugares de más biodiversidad en todo el planeta. En una sola hectárea alberga al menos 655 especies de plantas.

5. Esa cantidad de especies es más que todas las que hay en Estados Unidos y Canadá. En Yasuní, además, en 10.000 km² se han registrado 4.000 plantas.

6. Las especies de aves suman cerca de 600. Las de anfibios, 150, y las de reptiles, 121, lo que conforma la herpetofauna más abundante del mundo.

7. Los mamíferos alcanzan las 200 especies, algunas de los cuales, como el mono araña de panza blanca o la nutria gigante, se encuentran amenazadas.

8. También hay 382 especies de peces en sus diversos ríos, y las especies de insectos son cientos de miles (en una sola hectárea puede haber unas 100.000).

9. Las reservas de petróleo que hay debajo son el 20% de las que tiene Ecuador y valdrían más de 6.000 millones de dólares (4.375 millones de euros). Pero el bosque es más valioso.

10. Fuera de los usos que tendría para el ecoturismo y la investigación científica, su valor en certificados de reducción de carbono sería de 7.188 millones de dólares (5.240 millones de euros).

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