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Reportaje:

La boda del testigo desconocido

Un juez prohíbe un matrimonio porque los novios no conocían a su acompañante

Un juez de Madrid ha paralizado una boda porque ha descubierto que el proyectado matrimonio era un paripé. Tanto los preparativos como el testigo propuesto por los novios eran un fraude para que el supuesto novio obtuviera los papeles y la nacionalidad española, así que el juez José María Bento ha desautorizado la boda por considerar que no reúne los requisitos del Código Civil. Y es que los novios ignoraban el uno del otro detalles relevantes. Ella, española, decía que su supuesto novio, de nacionalidad dominicana, tenía un hijo de 20 años. Falso. En realidad, el crío sólo tenía seis años. Y lo del testigo de la boda era más fuerte: ni los novios conocían al testigo ni éste a ellos. Esto es lo que se llama un matrimonio de conveniencia, donde no hay amor, sólo intereses personales y una complicidad espuria para lograr fines ajenos a la institución.

Ella contó que el hijo de su supuesto novio tenía 20 años, cuando es un crío de seis años

La fiscalía del Tribunal Superior de Justicia ha denunciado reiteradas veces en los últimos años la eclosión de matrimonios de conveniencia. Es decir, ciudadanos españoles de ambos sexos que, a cambio de dinero, aceptan casarse con un extranjero al que jamás han visto. A veces son agencias quienes ponen en contacto a los ficticios contrayentes. Y casi siempre el objetivo del extranjero suele ser conseguir la nacionalidad española.

El caso de Máximo L. A. y Altagracia R. M., ambos de 50 años, reúne, según el juez, datos objetivos que permiten tachar el enlace de fraude, y lo ha parado. Pero el juez Bento no sólo ha impedido este matrimonio. También ha decidido deducir testimonio para que se investigue a Máximo y Altagracia en la jurisdicción penal por un presunto fraude, que puede tener una pena de hasta un año de cárcel.

Lo del falso testigo ha sido la gota que ha colmado el vaso. La pareja necesitaba un testigo que declarase delante del juez que les conocía bien y que no había ningún obstáculo que impidiese la celebración de la boda. A este testigo se lo encontró la pareja en los pasillos del Registro Civil de Madrid. Era paisano del novio y ambos le pidieron el favor de que fuese al juez y dijera que les conocía. Pero antes de tomar la decisión, el juez entrevistó personalmente a los novios. Y les cazó en numerosas contradicciones. En el auto en el que desautoriza la boda, el magistrado señala: "El matrimonio proyectado persigue fines diferentes de los propios de esta institución. En este sentido es significativo el desconocimiento mostrado por los contrayentes sobre aspectos importantes de su vida en común. Él desconoce las edades de las hijas de ella, no coinciden respecto al lugar en que se conocieron, pues mientras él alude a un restaurante pequeño que ella poseía en San Juan de la Maguana, ella refiere la casa de un amigo de él. Ella cree que él tiene un hijo [del] que no recuerda el nombre y que puede tener más de 20 años y él manifiesta que sólo tiene un hijo de seis años. Ella no recuerda el nombre del pueblo en el que vive él y cree que allí trabaja de portero. El pueblo es Talavera de la Reina".

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