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La caída del muro "es inevitable"

"Los muros van a caer. No sabemos si en una semana o en un mes". El ministro húngaro de Medio Ambiente, Zoltán Illés, no dejó lugar a dudas en su visita a la balsa junto a la prensa. Una de las paredes, de 25 metros de altura, presenta enormes grietas, que llegaron a ensancharse hasta siete centímetros en la noche del viernes al sábado, aunque ayer no avanzaron más.

Sin embargo, la caída del muro que ya se rompió parcialmente el lunes pasado, generaría un segundo vertido menor que el anterior, según Illés. La explicación es que ya no queda agua abrasiva sino fango rojo. Ese residuo también tiene un pH muy alcalino, de 13, pero es como una gelatina, mucho más consistente, por lo que su avance sería mucho más lento y no llegaría tan lejos.

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Las autoridades húngaras calculan que avanzaría un kilómetro. Un total de 1.737 personas trabajaban ayer para construir un muro con 400.000 toneladas de piedra y tierra de 25 metros de ancho y 600 de largo que salvara Kolontar en caso de otro vertido y controlar así el avance del lodo.

El verdadero temor de las autoridades húngaras es que si se desmorona la balsa número 10 afecte a la contigua, la número 9, mucho menor pero que sí conserva el líquido tóxico que causó el desastre hace una semana, y que dejó siete fallecidos, un desaparecido y más de 130 heridos.

Además, el pueblo de Kolontar, el más castigado por la riada, ha sido desalojado, aunque solo 40 de sus 115 vecinos han acudido al pabellón y las escuelas preparadas por el Gobierno, ya que la mayoría se han refugiado en casas de familiares. Los equipos de emergencia han desplegado más de mil camas por si hay que desalojar Devecser, de unos 7.000 habitantes. La policía impide desde el viernes el paso a las ciudades, para evitar que la gente se contamine, pero también para frenar los robos que algunos vecinos denunciaron los primeros días, cuando las casas afectadas por el barro estaban vacías. Además, la radio pública lanzó ayer avisos en contra de las falsas cuentas bancarias de ayuda a los damnificados que estaban surgiendo.

Tras cinco días sin lluvia, ayer se superó el nivel admisible de polvo tóxico -cuando llueve no se lo lleva el aire- por lo que los servicios de emergencias prohibieron circular en la zona sin mascarillas. El polvo rojo es irritante. Aunque las autoridades han cambiado su política de comunicación en la zona del vertido siguen pidiendo calma. Ante la aparición de peces muertos en el Danubio a la altura de Budapest, insistieron en que el pH en esa zona ya es normal, por debajo de 7,5 (7 es la neutralidad).

A los equipos de ayuda se suma hoy un grupo de expertos de la Unión Europea. Los técnicos comunitarios llegarán a Kolontar una semana después del desastre y después de que Bruselas denegara ayuda económica a Hungría con el argumento de que el fondo de catástrofes no está previsto para las producidas por instalaciones industriales, sino por fenómenos naturales.

Tres operarios, a la izquierda y dentro del círculo, observan el avance de las grietas en el muro de la balsa de residuos tóxicos, ayer en Ajka.
Tres operarios, a la izquierda y dentro del círculo, observan el avance de las grietas en el muro de la balsa de residuos tóxicos, ayer en Ajka.EFE

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