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Un joven muere con el 'juego del pañuelo'

En España no se conocían víctimas por una práctica que pone la vida al límite

Un joven falleció a finales de noviembre en su domicilio de Barcelona tras participar en el llamado juego del pañuelo, una práctica de riesgo que realizan algunos preadolescentes y que consiste en aguantar la respiración el máximo de tiempo posible y provocar así una disminución del riego sanguíneo del cerebro para conseguir sensaciones de éxtasis o desmayo.

La víctima es un chico de 13 años, J. J., de origen colombiano y que pertenecía a una familia desestructurada, según ha explicado un profesor que tuvo como alumno al fallecido el pasado curso escolar. La muerte se produjo por asfixia, cuando el joven ató el pañuelo a la litera de su cama y acabó ahorcado al llevar al extremo su capacidad de resistencia. Así lo han reconocido en privado los profesores del instituto en el que cursaba sus estudios y algunos de sus compañeros de clase, quienes admitieron la práctica de ese juego de manera ocasional.

Paloma Martínez, la directora del instituto al que asistía el joven, confirmó su muerte pero aseguró que era "un asunto privado" y que le correspondía a la familia detallar las circunstancias del fallecimiento. "Estamos al corriente de esta leyenda del juego del pañuelo y la verdad es que la muerte provocó un gran impacto entre el profesorado, pero yo no puedo confirmar que fuera así porque no ocurrió en el centro", explicó.

El juego del pañuelo, también conocido como el sueño azul o sueño indio, se practica a solas en casa o bien en grupo, y consiste en atar el pañuelo a la cama, la ventana o al tirador de una puerta para lograr presionar el cuello y en el convencimiento de que quienes lo realizan podrán desatarse a tiempo tras experimentar esas sensaciones de inconsciencia. En algunos casos no se produce la muerte, pero los daños cerebrales pueden resultar irreversibles.

En España se conocen muy pocos precedentes del juego del pañuelo, aunque en otros países de nuestro entorno es una realidad admitida incluso por las propias instituciones. En Francia, por ejemplo, el Gobierno puso en marcha hace ahora tres años una campaña de anuncios de televisión contra esa práctica, en la que se advertía de ese fenómeno desconocido para la inmensa mayoría de familiares y educadores. Las circunstancias en las que se producen estos fallecimientos hacen que se contabilicen en muchas ocasiones como suicidios y que prácticamente nunca se determine que la causa fue esa práctica de riesgo. En Francia, se calcula que un joven fallece cada mes en ese juego.

"Está claro que ésa nunca sería la manera de suicidarse de un adolescente", asegura Jaume Funes, psicólogo y educador especializado en adolescencia con más de 30 años de experiencia. En su opinión, lo que lleva a los jóvenes a estas prácticas es "poner al límite la vida para demostrarse que están vivos", y precisa que las circunstancias sociales y familiares de quienes las realizan pueden oscilar entre un extremo y otro. "O son chavales sin una vida satisfactoria o lo tienen todo", explica Funes.

La directora del instituto señaló que el joven J. J. se encontraba solo en su habitación cuando se ató a la cama y que fue descubierto por su madre y su hermano. El fallecimiento no ha sido comunicado al Departamento de Enseñanza de la Generalitat porque el profesorado considera que excede de sus competencias. Funes tampoco cree apropiada una campaña institucional para advertir de ese riesgo porque "al intentar prevenir se puede acabar divulgando una conducta desconocida".

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