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El 'monstruo' descubre su rostro y se declara "culpable de todo"

Fritzl se derrumba en el juicio tras escuchar el relato de su hija durante 11 horas

Josef Fritzl cambió ayer de actitud y se reconoció culpable de todos los cargos presentados en su contra. El monstruo de Amstetten incluso admitió que pudo hacer algo para evitar la muerte de uno de sus hijos-nietos, que falleció al poco de nacer, en 1996. El acusado dio así, en el tercer día del juicio oral, un empujón definitivo al proceso por el secuestro de su hija Elisabeth, a la que mantuvo 24 años encerrada en el sótano de su casa y sometió a abusos. El delito de homicidio puee castigarse en Austria con la cadena perpetua.

El portavoz de la Audiencia de Sankt Pölten (Austria), Franz Cutka, no quiso confirmar las informaciones sobre la presencia de Elisabeth Fritzl en la sala durante la segunda sesión del juicio. Todo apunta a que la víctima quiso ver la reacción de su padre y maltratador ante sus declaraciones grabadas. La presencia de su víctima en la sala durante el visionado de las 11 horas de testimonios en su contra pudo, según sugirió ayer el letrado de Fritzl, Rudolf Mayer, provocar el derrumbe definitivo del acusado. Él mismo reconoció ante el tribunal que el vídeo le había revelado la crueldad de sus actos. Se espera una sentencia para la tarde de hoy.

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El jubilado de 73 años llegó a la sala de la audiencia sin el archivador azul tras el que había escondido su cara en los dos primeros días del juicio. Dispuesto, según se vio, a quitarse también la máscara de ninguneo y autoindulgencia que había lucido ambos días. Nada más iniciarse la sesión, la juez Andrea Humer le preguntó si tenía algo que añadir al testimonio de su hija. Para sorpresa de todos, Fritzl respondió que sí: "Me declaro culpable de todos los cargos que se me imputan". Acto seguido, la juez lo interrogó sobre el hijo muerto en 1996. Fritzl respondió que "debería haber hecho algo para salvarlo". Con las manos temblorosas, el acusado volvió al banquillo y se negó a declarar nada más.

El lunes había reconocido las violaciones reiteradas de Elisabeth, su secuestro y maltrato entre 1984 y abril de 2008, pero se había declarado inocente de trata de esclavos y de la acusación más grave, el homicidio de su hijo-nieto al poco de nacer. Ésta le puede costar hoy la cadena perpetua. Los psiquiatras que lo atienden se temen que el jubilado, perdida ya su coraza, podría tratar de suicidarse en cualquier momento.

La psiquiatra Adelheid Kastner, autora del informe pericial, describió ayer en el juicio algunos pormenores de los abusos sufridos por Fritzl a manos de su propia madre. Dijo que sufre un "déficit emocional masivo", que trataba de subsanar sometiendo a su hija a su poder absoluto. "Quería", según Kastner, "tener a una persona para él sólo". La psiquiatra atestó que Fritzl "posee todas su facultades mentales", pero padece un profundo trastorno de la personalidad.

La inaudita historia ha ocupado cientos de portadas y miles de horas de emisiones televisivas. El monstruo de Amstetten, electricista retirado, mantuvo a su hija encerrada en el sótano entre 1984 y 2008. En ese periodo concibió con ella siete hijos que eran sus propios nietos. Uno murió abajo y Fritzl quemó su cadáver en la caldera. Tres fueron indultados por el padre y llevados a la superficie, donde disfrutaron una vida más o menos normal con Fritzl y su esposa Rosemarie. Otros tres no vieron la luz del día hasta su liberación, el año pasado, de la mazmorra preparada por su padre y abuelo en el sótano de su casa, en la localidad austriaca de Amstetten.

Según el rotativo austriaco Kurier, que reveló ayer su asistencia al juicio, Elisabeth está trabajando en un libro sobre el infierno subterráneo de Fritzl. La víctima tiene hoy 42 años y lleva uno en libertad. Es improbable que el libro responda a cómo fue posible semejante abuso. Cómo no sospechó nadie, ni los vecinos ni las cajeras del supermercado de la esquina, que vendían pañales y comida al viejo Fritzl en Amstetten. Cómo ni siquiera la esposa supo nada durante 24 años. Ni, como es obvio, el porqué. El criminal confeso se remitió el lunes a su difícil infancia y a una madre abusadora.

Tras su confesión de ayer y visto el informe psiquiátrico, es improbable que Fritzl vuelva a estar en libertad. Elisabeth y los hijos de ambos viven, con nombre falsos, en un lugar sólo conocido por las autoridades.

Una juez, una fiscal, una psiquiatra y un jurado

El crimen de Josef Fritzl es tan inusitado que la ley no lo tipifica. Su principal víctima es una mujer, Elisabeth, su propia hija. Las principales encargadas de que se haga justicia también lo son.

La juez Andrea Humer, de 48 años, gobierna el proceso con resolución y voz queda. Preside el tribunal. Su especialidad son los delitos sexuales, pero asegura que le ha tocado este juicio por azar. Ejerce en Sankt Pölten, capital de Baja Austria, desde 1998. El caso más sonado de su carrera hasta la fecha lo llevó en 2004, cuando estaba soltera y se llamaba Andrea Frischmann. Condenó entonces a un ex seminarista de Sankt Pölten por posesión de pornografía infantil. Fue tal el escándalo que tuvo que cerrarse el seminario católico de la bonita localidad barroca.

La fiscal Christiane Burkheiser sólo tiene 33 años. Se ocupó del caso Fritzl desde el primer día: estaba de servicio cuando lo detuvieron. Es la redactora de las 27 páginas que resumen los crímenes del monstruo de Amstetten. Fue su iniciativa acusarlo de homicidio, por la muerte del hijo-nieto de Fritzl en 1996, y de trata de esclavos, un delito tipificado en el código penal austriaco por el que nunca se ha condenado a nadie. Ha interrogado a Fritzl durante horas.

También es mujer la psiquiatra de 46 años Adelheid Kastner, encargada de la redacción del informe pericial sobre Fritzl. No fue una tarea sencilla. Las 130 páginas atestan un "grave trastorno" de la personalidad del acusado. Tan peligroso que desaconseja su puesta en libertad. Considera Kastner que la liberación de Fritzl supondría un riesgo grave para su hija Elisabeth y los seis hijos de ambos que siguen vivos.

El jurado popular que dicta hoy su veredicto lo forman cuatro mujeres y cuatro hombres.

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