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Una mujer de 79 años muere apuñalada por su marido en Sevilla

Familiares del matrimonio afirman que la víctima sufría malos tratos desde hacía años

"Siempre ha sido una persona muy dominante". Así era calificado por sus familiares Juan Walls, el hombre de 80 años que el lunes por la tarde mató a puñaladas a su esposa, Josefa Fernández Loza, de 79 años, en la calle de Sancho Dávila, del polígono Norte, de Sevilla. Los gritos de auxilio de la mujer no impidieron la séptima muerte por violencia doméstica en España en 2004. Josefa murió de cinco puñaladas, una de las cuales le alcanzó el corazón, según comentaron ayer los familiares, quienes recordaron que la víctima sufría malos tratos desde hacía años.

Cuatro hijos del matrimonio y una veintena de familiares esperaban ayer, en el Instituto Anatómico Forense de la capital andaluza, la llegada de la quinta hija que venía desde Barcelona y que todavía no conocía las causas de la muerte de su madre. "Hace dos años esta hija le dijo a su madre que se fuese a vivir con ella a Barcelona; no es la primera vez que sufría malos tratos; hace dos años recuerdo que ya hubo un conato violento", señalaba un familiar, que indicó que los médicos les habían leído los resultados de la autopsia practicada por la mañana a la víctima y que ésta había recibido cinco cuchilladas, dos por la espalda y tres de frente, una de ellas mortal en el corazón.

También relataron que la mujer llevaba más de cincuenta años casada y que sabían que éste tenía un "carácter difícil", aunque ella "intentaba llevar una vida normal de ama de casa". "Una vida sencilla", criando a los cinco hijos, cuatro mujeres y un hombre, en casa mientras su marido ejercía el oficio de carpintero, decía una vecina. El presunto homicida, Juan Walls, estaba jubilado, aunque, según una de sus vecinas, seguía haciendo "cosas pequeñas", labrando madera en un pequeño local que tenía cerca de casa. La vecina también confesaba que el hombre era violento. Sus hijos, según otros vecinos, tras conocer la muerte de su madre, indicaron a los agentes que ésta llevaba años soportando los malos tratos de su padre.

Otra de las vecinas del edificio relataba ayer que la mujer "llevaba el sufrimiento por dentro y nunca se quejó". Añadía que habitualmente se oían gritos y peleas, que el matrimonio sevillano llevaba viviendo cerca de treinta años en el piso situado en el polígono Norte y que, aunque la anciana fallecida era diabética, su marido estaba más enfermo. Juan Walls sufría la enfermedad de Parkinson, "en grado bastante avanzado", según sus familiares, que señalaban también que éste "guardaba un cuchillo".

Entre los vecinos había opiniones contradictorias. Una vecina del primero afirmaba: "Llevaban una vida normal, tenían algunas discusiones, aunque yo también las tengo con mi marido". Otro señalaba que Juan tenía mucho genio y que eran frecuentes las peleas, aunque, siendo los dos tan mayores, no esperaban el desenlace.

Los hechos, según fuentes policiales, se produjeron el lunes hacia las cuatro de la tarde en el número tres de la calle de Sancho Dávila, cuando Juan discutió y amenazó a Josefa con un cuchillo. Ésta salió a pedir auxilio al lavadero de la vivienda y sus gritos alertaron a numerosos vecinos que llamaron a la policía. Dentro, el anciano llamaba a una de sus hijas para contarle el crimen. El hombre, según una vecina de planta, abrió la puerta a los agentes. "Yo entonces entré y vi a Josefa tumbada en el suelo; luego la policía me dijo que saliera", contaba muy inquieta. La vecina señalaba que cuando entró vio al anciano "muy tranquilo" y que éste no opuso resistencia cuando fue detenido. "No está loco", recalcaba uno de sus familiares en el Instituto Anatómico. "Un compañero nuestro que es policía me ha comentado que Juan llegó ayer muy entero, pero que ahora se ha hundido", explicaba.

El detenido se encontraba anoche en dependencias policiales a la espera de pasar a disposición judicial. La víctima será enterrada hoy en Sevilla.

Transeúntes ante la entrada del inmueble donde vivían Josefa Fernández Loza y Juan Walls.
Transeúntes ante la entrada del inmueble donde vivían Josefa Fernández Loza y Juan Walls.ALEJANDRO RUESGA

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