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La policía registra el obispado belga en busca de pruebas de abusos

Los agentes requisan el ordenador del cardenal Danneels y la documentación recabada por la comisión de investigación sobre 475 casos de pederastia

La policía cayó ayer sobre la cúpula de la Iglesia católica belga en busca de pruebas sobre abusos sexuales por parte de religiosos y, durante horas, registró la sede primada en Malinas; la residencia particular del anterior primado, el legendario cardenal Godfried Danneels, y las oficinas en Lovaina de la comisión creada por la Iglesia para investigar las denuncias de agresiones en la relación pastoral, de cuyos archivos se llevaron documentación sobre 475 casos. Al cardenal Danneels le incautaron su ordenador personal. No hubo detenciones. Las pesquisas, dijo escuetamente un portavoz de la fiscalía, "están relacionadas con abusos sexuales de niños en el seno de la Iglesia".

La noticia sacudió a la muy católica Bélgica, que había asistido durante meses con aprensión a informaciones sobre agresiones del clero llegadas de otras latitudes. El gran azote a las conciencias lo proporcionó a finales de abril la dimisión del obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, quien confesó públicamente que antes y después de ascender, en 1985, a la sede episcopal había abusado de un joven de su entorno.

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Aquel aldabonazo desencadenó un aluvión de denuncias ante la Comisión para el Tratamiento de las Quejas por Abusos Sexuales en la Relación Pastoral, un ente creado en 2001 y presidido por el psiquiatra infantil Peter Adriaenssens que languidecía en la sombra. Rik Devillé, un sacerdote jubilado muy activo en las denuncias y quejoso de que sus apelaciones caían en oídos sordos ante los responsables eclesiásticos, declaró ayer que hace unos días envío documentación de casos concretos a la justicia.

Un portavoz de la Fiscalía se limitó a confirmar que las pesquisas en Malinas y Lovaina eran consecuencia "de alegaciones realizadas ante el fiscal sobre abusos sexuales de algunas personas de la Iglesia". Sólo añadió que había varias personas implicadas, cuya identidad no reveló.

El entorno de Danneels confirmó que los agentes "se llevaron su ordenador" y que el viejo primado, de 77 años, había respondido a las preguntas que se le hicieron. "El cardenal cree que la justicia debe seguir su curso".

Danneels fue una figura en el ala progresista de la Iglesia durante los 31 años que estuvo al frente del episcopado belga y llegó a sonar como sucesor de Juan Pablo II. Fue a los tres meses de ser relevado en enero por el más ortodoxo André-Joseph Léonard cuando se produjo la conmoción de la confesión de Vangheluwe, lo que le colocaba en el ojo del huracán de los silenciadores de los abusos.

La Conferencia Episcopal entonó en mayo el mea culpa y reconoció que los "responsables de la Iglesia no han sido plenamente conscientes de las dimensiones del drama de los abusos sexuales sobre menores y sus secuelas" por lo que pidió "perdón a las víctimas, tanto por la agresión como por el tratamiento inadecuado que les han dado". Léonard prometió entonces una política de tolerancia cero y ayer, en un comunicado, reiteró tal exigencia.

Tanto más que los prelados quedó ayer en estado de choque el psiquiatra Adriaenssens al ver cómo los agentes se incautaban de los 475 informes archivados en la comisión que él preside. En comparecencia ante la prensa en Lovaina declaró que tal intervención policial violaba acuerdos con la justicia y que constituía un atentado a la vida privada de personas que habían colaborado con la comisión en la creencia de que la relación sería confidencial. Adriaenssens anunció que el lunes se decidirá si se disuelve la comisión. En tal caso, todo el proceso quedará en manos de la justicia regular.

Un análisis parcial de los cientos de denuncias presentadas a raíz de la confesión del obispo Vangheluwe, el más veterano en sede episcopal hasta su caída, revela que el 90% de los abusos fueron perpetrados sobre varones, en su inmensa mayoría en la parte flamenca del país. También hace evidente lo imposible de llegar al fondo de buena parte de las responsabilidades. Muchos de los denunciantes son sexagenarios víctimas de agresores ya fallecidos.

El nuncio apostólico de Bélgica y Luxemburgo, Giacinto Berloco, ayer ante la Archidiócesis de Mechelen, custodiada por la policía.
El nuncio apostólico de Bélgica y Luxemburgo, Giacinto Berloco, ayer ante la Archidiócesis de Mechelen, custodiada por la policía.AP

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