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Toses contra violines

El director Kurt Masur abandona un concierto en Nueva York por los carraspeos del público

Toser o no toser. Ésa es la cuestión que hormiguea en las gargantas de la afición neoyorquina en la ópera, los conciertos y el teatro ahora que las temperaturas rondan los -10ºC. En los programas de mano lo pone muy claro: "No toser". Mientras, la afición se divide entre los puristas, que son muchos y que también dicen "no toser", y los que se creen con pleno derecho a hacerlo después de haber pagado, por ejemplo, 15.000 pesetas por una butaca en la fila 30. El incremento de ruidos, murmullos y carraspeos durante estas representaciones culturales ha alcanzado tal nivel que la semana pasada el director de la Filarmónica de Nueva York, Kurt Masur, abandonó un concierto a medias como protesta por lo que llamó "toses descontroladas" en el patio de butacas. Fue en el tercer movimiento de la Quinta Sinfonía de Shostakovich, un momento lentísimo de gran melancolía e intensidad. "Su mensaje es tan humano, tan lleno de dolor, tan lleno de belleza", se lamentaba a posteriori Kurt Masur, que ni él ni los miembros de la orquesta podían creerse que el público estuviera carraspeando de forma tan sonora e ininterrumpida.

De manera que Masur abandonó el escenario y se ausentó unos minutos. Los puristas le dedicaron una ovación, reconociendo que su gesto estaba plenamente justificado, y entonces el director regresó y terminó los 25 minutos restantes del concierto sin más interrupciones. Era la primera vez que el director de origen polaco Kurt Masur abandonaba el escenario del Avery Fisher Hall, y era un momento histórico que indica una situación que, por algún motivo, está empeorando.

Los ruidos en los conciertos se han hecho algo "insoportable", según el propio director, y lo peor es que los empresarios, pese a que se lo toman muy a pecho, reconocen que no pueden hacer nada al respecto.

Cuando la batalla contra los teléfonos celulares ya parecía ganada, comienza ahora el acoso bronquial al legendario buen gusto y sofisticación del público neoyorquino, un prestigio que va en declive. Hay incluso quienes creen que es mejor esperar a un momento de silencio en la representación para aclarar su garganta o sorberse los mocos creyendo que así no interfieren con la obra, cuando de hecho se recomienda que lo hagan en el momento más sonoro de la sinfonía o cuando hay aplausos. Las toses no sólo se contagian, igual que los bostezos, sino que provocan también murmullos de queja que pueden ser igual de molestos. Otro tipo de tos puede ser el que emite el público intencionadamente para mostrar su desagrado.

En el Lincoln Center de Nueva York, donde está basada la Filarmónica, así como en otros recintos parecidos de todo Estados Unidos, desde el Carnegie Hall de Nueva York hasta la Sinfónica de Los Ángeles, pasando por el Kennedy Center de Washington, se regalan a la entrada caramelos contra la tos, envueltos además en un papel blando que no es celofán y que no hace apenas ruido cuando se desenvuelve. La Orquesta Sinfónica de Cincinnati es una de las que ha llegado a un acuerdo con la marca de caramelos contra la tos Halls: esta empresa regala su producto y a cambio tienen publicidad gratis en el recibidor del teatro.

Decálogo

Aparte de vistosos carteles avisando de que hay que desconectar los teléfonos móviles y los buscapersonas, la revista de teatro Stagebill ha redactado una lista con unos "diez mandamientos" de la etiqueta correcta para acudir a un concierto o similar que, resumidamente, dice así: "No excederse en el uso del atomizador refrescante bucal, impedir que los niños lloren, desenvolver los caramelos antes del inicio de la representación, apagar las alarmas de los relojes, cerrar la boca en el preciso momento en que se oiga la primera nota musical, no besarse ni decirse cosas al oído para no tapar la vista a los de atrás, no tararear ni llevar el ritmo de la música con el pie, no ponerse a rebuscar cosas en la cartera o el bolsillo, no abandonar la sala hasta el final del ultimísimo movimiento y, finalmente, aquello de no hacer a los demás lo que no le gustaría a uno que le hicieran".

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