Marta Rupérez
y sus 40 compañeros de colegio tuvieron hace unos días un profesor poco habitual, Javier Rupérez, que ocupó el tiempo de una clase de hora lectiva explicando a su hija y a sus condiscípulos el secuestro que padeció en 1979 a manos de ETA, cuando el actual diputado del Partido Demócrata Popular era parlamentario de Unión de Centro Democrático. Marta y sus compañeros, de edades comprendidas entre los nueve y los 11 años, escucharon muy atentos la lección de Rupérez contra la violencia, para después acribillarle a preguntas. Los más pequeños estaban interesados, sobre todo, en cuestiones prácticas: cómo y cuánto comía y qué cosas, o si le dejaban escribir cartas. A los más mayores, en cambio, les preocupaban cuestiones mas serias, como si había sentido el síndrome de Estocolmo.