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Juan Serna

Un agricultor, ex consejero de Obras Públicas

Juan Serna pasó de labrar la tierra en su pueblo de Villanueva de la Serena, en Badajoz, a ser consejero de Obras Públicas, Urbanismo y Medio Ambiente de Extremadura, el departamento con mayor presupuesto, que convierte a su titular en un hombre poderoso. La sorpresa que supuso el nombramiento, en junio de 1983, de este agricultor, que se inició en la política como concejal independiente para luego pasar a las filas del PSOE, sólo se ha visto superada por la actividad que desempeña tras dimitir de su cargo. Serna ha vuelto a coger el azadón, dispuesto a revolucionar la agricultura tradicional.

La dimisión de Serna no se negoció con la promesa de algún cargo oficial, honorífico y rentable, que le permitiera invernar hasta mejores tiempos. Juan Serna se fue del Gobierno autonómico extremeño en septiembre de 1986 por ser incompatible con la política del Gobierno de la nación en el tema de las centrales nucleares de Almaraz, en Cáceres, y Valdecaballeros, en Badajoz, instalaciones que, en opinión de Serna, "son un cúmulo de irregularidades". En 1980 convenció a varias decenas de alcaldes para que se encerraran en protesta por la construcción de la central nuclear de Valdecaballeros y meses más tarde movilizó a 8.000 personas en manifestación en protesta contra dicha industria atómica. Después, se fue con los suyos, los campesinos extremeños, sólo que esta vez con nuevas ideas."El futuro de las áreas rurales deprimidas de España es la agricultura y ganadería biológica, y estamos dispuestos a demostrarlo", afirma Juan Serna, que ha vuelto a reaparecer en las páginas de los periódicos, tras un año de silencio en el que ha estado labrando y preparando más de 40 hectáreas de regadío arrendadas, para poder presentar ahora en público su gran proyecto. "Tenemos lo que ya no tiene casi nadie en Europa", dice Serna. "Nuestro suelo no está contaminado por la radiactividad que irradió la central nuclear de Chernobil, ni por las lluvias ácidas de las centrales térmicas, ni por el uso indiscriminado y abusivo de pesticidas durante décadas, como es el caso de los países occidentales".

Un grupo de cinco campesinos de Villanueva de la Serena no han dudado en aceptar la propuesta de Serna de constituir la Compañía de Agricultura Biológica (CABES, SA) hace ahora un año, para cultivar "sin química", es decir, sin pesticidas y abonando con estiércol.

Ahora Serna emplea todas sus energías en abrir los mercados a la agricultura biológica, que en su opinión son "los altamente sensibilizados por Chernobil y por las lluvias ácidas, que están dispuestos a pagar los mayores costos de producción que implica dejar que parte de las cosechas se las coman los insectos antes de combatirlos con venenos o renunciar a utilizar abono químico, lo que en ocasiones implica cosechas menos cuantiosas". El mayor inconveniente con el que se han encontrado hasta ahora los productores de agricultura biológica es la inexistencia de circuitos comerciales apropiados para distribuir sus productos.

En los últimos meses la Administración pública ha dado algunos pasos en este sentido, animada por el ímpetu de gente como Serna, que están convencidos de que el futuro de la agricultura y la ganadería en una Europa comunitaria está en la calidad y no en la cantidad.

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