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Reportaje:

Divino, pero muy humano

El cantante Rufus Wainwright ofrece un recital interpretado de manera irregular

Carecer de talento es una lástima, tenerlo y no saberlo administrar es una desgracia. Nada peor que derrochar ocurrencias en la seguridad de que todo lo que a uno se le pasa por la cabeza resulta genial, trátese de una ópera, de musicar sonetos de Shakespeare o de enlutar el repertorio en un duelo a piano y voz. Rufus Wainwright corre serio peligro de perder contacto con el planeta, y pese a que sus seguidores, legión, le tiran cables, él sigue creyendo que nada puede atar su talento.

Se equivoca, probablemente. En su paso el pasado martes por el teatro del Liceo, lleno, ofreció una primera parte con todas las canciones de All Days Are Nights: Songs for Lulu, su disco de duelo. Lineal, reiterativo e interpretado de una manera muy irregular voz limitada, ejecución al piano muy discreta se antojó un capricho de diva rematado por la ocurrencia de solicitar la omisión de aplausos. La proyección en escena de imágenes de varios ojos evocando la portada del disco demostraron que las buenas ideas también se deben desarrollar. Y la coartada minimal no cuela.

Más información
Canción 'Who are you New York?' de Rufus Wainwright

En la segunda parte, Rufus picoteó en su repertorio para reencontrarse con alguna de sus piezas más populares. El concierto elevó el vuelo, pero los comentarios graciosos del artista y la pérdida de lujuria y barroquismo que ofrecen los arreglos para banda dejaron la noche en un amago. Alguien debería decirle a Rufus Wainwright que él, divino de verdad, también es humano. Cada día más, visto lo visto.

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