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Individuo contra poder, mujer contra hombre

Mérida acoge la esperada 'Antígona' de Mauricio García Lozano, con Blanca Portillo, Marta Etura, Antonio Gil y María Botto

"La ciudad está enferma a causa de tus decisiones. Nuestros altares públicos están infectados; el hombre que yerra, si no es imprudente y desdichado, es capaz de reflexionar sabiendo desprenderse de su orgullo". Quien habla así es Tiresias, uno de los personajes claves de la literatura grecolatina. Aparece poco y al final de la Antígona de Sófocles, pero lo hace con esa fuerza que solo una actriz como Blanca Portillo le puede dar, sin miedo a convertirse en ese viejo, sabio y ciego. La fuerza y la belleza de sus palabras han sido respetadas en la versión que el dramaturgo Ernesto Caballero ha realizado para el montaje de esta obra que se estrena hoy en el Festival de Teatro de Mérida con dirección de uno de los últimos gurús del teatro latinoamericano, el mexicano Mauricio García Lozano, reconocido director (últimamente de muchas óperas), actor, traductor, diseñador sonoro, músico y docente teatral.

Blanco Portillo ha escogido para sí misma el personaje de Tiresias, cuyas palabras, de gran intensidad y belleza, resuenan con fuerza desde hace 25 siglos
Marta Etura dice que la obra es un mito que "reproduce a las gentes que luchan por algo más justo y lo hacen desde el amor"
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Mucho empeño, poco duende

En las últimas semanas García Lozano ha estado encerrado muchas horas para poner en pie la que se dice es la gran apuesta de esta 57ª edición de la muestra extremeña. Una Antígona, la tercera que llega este año al festival y la más cercana al original, que tanto George Steiner como Hegel consideraron como la más excelente de todas las obras griegas.

También va a ser la última propuesta de este año en el Teatro Romano (en la Alcazaba el día 19 estrenarán los actores Carmen Machi y Jesús Noguero sus monólogos), cerrando el festival el 28 de agosto. Pero hasta hoy todos han peleado, con mucho sudor (en todos los sentidos, porque las salas de ensayo del Teatro Español en Madrid y de Mérida no tenían aire acondicionado) y haciendo crecer día a día este espectáculo que ha reunido a un meritorio grupo de actores como Marta Etura, Antonio Gil, María Botto, David Luque, Alberto Amarilla, Elías González, Rosa Manteiga y la propia Portillo, quien durante esta etapa al frente de la muestra extremeña no ha mutilado a esa actriz que siempre la está buscando, y ha aceptado la propuesta del director de trabajar en el montaje. Eso sí, sin cobrar, ya que es un regalo que ha querido hacer al festival. Ha escogido para sí misma el personaje de Tiresias, cuyas palabras, de una gran intensidad y belleza literaria, resuenan con fuerza desde hace 25 siglos: "Un anciano que sabe muy bien que hay que respetar la llamada de la tierra y defender la ley de la naturaleza", señala la actriz.

Arropados por un coro

Estos actores, al igual que en las obras clásicas, han estado arropados por un coro, convertido en una dualidad más (un coro femenino y otro masculino) con la que ha jugado García Lozano. "Sófocles confronta binomios en esta pieza magistral, la lucha del individuo contra el poder, de la mujer contra el hombre, que es en lo que me he centrado, pero también está la lucha de vivos contra muertos, viejos contra jóvenes, dioses contra humanos, donde lo que importa es el ejercicio del poder a ultranza, no el bien común", comenta el director. Él se siente especialmente interesado por algunos de estos conflictos esenciales que aún hoy envuelven y afectan a todos los países, sin olvidar la permanente inclinación de García Lozano por el componente ritual y el discurso de trascendencia y sublimación que encierra esta pieza, en la que el personaje principal trasciende su dimensión humana y se convierte en mito. "Trabajar con Sófocles me ha obligado a estudiar y a encontrar la relación de mi lenguaje escénico con un texto así de específico, que es lo que hace a un artista crecer", señala este hombre que tanto ha gustado a los actores, como al resto de su equipo artístico, dentro del cual están el escenógrafo Ricardo Sánchez Cuesta, el figurinista Pedro Moreno y el músico Pablo Salinas.

Tanto para el director, que aceptó este trabajo porque, al mirar los ojos de Portillo al proponérselo, se dio cuenta de que no tenía alternativa, como para la práctica totalidad de los participantes en el montaje, es su primera Antígona, por la que tantos autores y directores han transitado, y su primera experiencia en el Teatro Romano.

"No me preocupa especialmente el Teatro Romano, donde la sensación que tuve al pisarlo por primera vez fue que entraba en un templo y si lo que quiero es construir una suerte de misa pagana es el mejor lugar posible, es un regalo muy grande y el lugar idóneo para hacer esta Antígona", dice García Lozano, que ha marcado su trabajo por una casi permanente música y unos cantos telúricos y marcadamente mediterráneos.

Montaje potente

"Va a ser un montaje muy potente, muy interesante y ha sido un acierto dividir el coro entre femenino y masculino, porque en todas las luchas que hay en la obra, está también el enfrentamiento entre hombres y mujeres, donde vemos un proceso en el coro, que aparece como algo muy testosterónico, lo que recuerda a las masas manejadas, a los guerreros manejados por el poder, a la fuerza bruta", comenta Etura, quien revela que el coro masculino se va debilitando en la medida que Antígona coge fuerza. ¿Y quién sería y dónde estaría hoy Antígona? "Este mito reproduce las gentes que luchan por algo más justo y lo hacen desde el amor, no desde el poder social, está allá donde la mujer lucha porque nuestra sociedad tenga lo mejor, me encanta su terrible integridad, esos valores tan potentes que defiende a muerte..., es terrible, se escribió hace 2.500 años y es actual, da mucho que pensar porque te habla del comportamiento del ser humano", señala la actriz, muy popular por sus trabajos en cine, mientras que en teatro anteriormente participó en Hamlet, con dirección de Juan Diego Botto, y Despertares.

Para Antonio Gil, actor extremeño acostumbrado a actuar en los mejores teatros del mundo y en los festivales más reconocidos, ya que ha sido protagonista de varios montajes de directores internacionalmente reconocidos, como Peter Brook, Simon Mc Burney Dan Jemmet, entre otros, su personaje, Creonte, "es un líder que está convencido de hacer el bien, pero comete el gran error de no escuchar y ser inflexible, un error que pagará muy caro". Gil es la primera vez que actúa en este teatro que conoce desde la infancia: "Para mí va a ser un emocionante reencuentro, una ilusión de años, y sobre todo pretendo que sea un homenaje a mi padre, [recientemente fallecido] en la tierra que le vio nacer y crecer, en un teatro abierto a las estrellas, dentro de un espectáculo que habla tanto sobre la complejidad del ser humano, el poder, la importancia de los lazos familiares, la muerte y la trascendencia".

Otra primeriza en este teatro es María Botto, que aborda el papel de Ismene, la hermana de Antígona: "Las dos representan las diferentes visiones que tiene el ser humano ante la adversidad; Ismene, desde un criterio de realidad, ante todo quiere salvar a su hermana, y Antígona lo único que desea es enterrar a su hermano y que se cumpla la ley natural". Para la actriz es importante denunciar esto una y otra vez: "El ser humano no puede avanzar, ni descansar, si no entierra bien a sus muertos y todavía creo que en esta época, cuando alguien alza la voz y dice hagamos las cosas bien y enterremos a los muertos, todavía se censura y se paran los procesos". Botto es hija de los actores y directores Cristina Rota y Diego Botto, este último desaparecido en la dictadura argentina y al que su familia no le ha podido hacer el duelo ya que su cuerpo no ha sido encontrado.

El actor Antonio Gil y la actriz Blanca Portillo ensayan una de las escenas cumbres de la obra, el momento en el que Creonte (Gil) recibe la visita del viejo adivino Tiresias (Portillo), quien predice las desgracias que van a caer sobre su familia por haber practicado un mal uso del poder.
El actor Antonio Gil y la actriz Blanca Portillo ensayan una de las escenas cumbres de la obra, el momento en el que Creonte (Gil) recibe la visita del viejo adivino Tiresias (Portillo), quien predice las desgracias que van a caer sobre su familia por haber practicado un mal uso del poder.SAMUEL SÁNCHEZ
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