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Contra los vientos y las profundidades de la Antártida

Una grieta de 30 metros se traga el trineo de Vallejo, que junto a Iñurrategi y Zabalza encuentran condiciones durísimas, como ráfagas de 100 km/h, en su avance por la Antártida

Caer al fondo de una grieta en un glaciar se cuenta entre las pesadillas recurrentes de los alpinistas. Hacerlo arrastrado por un trineo de 170 kilos de peso atado al arnés es una desgracia que supera el dominio de los miedos nocturnos. Por un segundo, Juan Vallejo notó un alivio intenso en sus riñones: el trineo que arrastra desde hace una semana en su apuesta por cruzar la Antártida de Norte a Sur lo estaba martirizando y, de pronto, parecía ingrávido. Pero el placer duró un suspiro, el tiempo que tardó en comprender que la fuerza que de nuevo tiraba de él hacia atrás era la del peso del trineo en caída libre hacia el fondo de una grieta. Afortunadamente, Vallejo iba encordado a sus compañeros de expedición, Alberto Iñurrategi y Mikel Zabalza, lo que acabó salvándole la vida. La grieta, de una profundidad cercana a los 30 metros, se tragó el trineo, que quedó suspendido del arnés de Vallejo sin tocar fondo. Así, con 170 kilos tirando de su cintura, Vallejo aguardó en el borde la grieta el tiempo que tardaron sus compañeros en cortar la cuerda y liberarle del peso del trineo, que cayó con estrépito al fondo de la grieta. Después, tuvieron que descender hasta el fondo de la misma para recuperar el contenido del mismo y reanudar una marcha que no ha dejado de ser un calvario desde que arrancó hace una semana.

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Esta temporada ha nevado copiosamente en la Antártida, favoreciendo la formación de sastrugis, montículos de nieve petrificada por el viento que constituyen un impedimento mayor para el deslizamiento de los trineos, que vuelcan al chocar contra las incómodas figuras. Además, el trío trata de alcanzar estos días la altura media del continente, de 2.000 metros, habiendo partido desde el nivel del mar, para dar con las llanuras que favorezcan su avance impulsados por las cometas. Hasta la fecha, apenas han hecho otra cosa que tirar como animales, forcejeando para desatascar el trineo cada vez que embiste un sastrugi o para ponerlo en posición cuando vuelca. El trineo, que contiene su fuente de subsistencia, es al mismo tiempo su ancla, una cruz que apenas les ha permitido avanzar en una semana un centenar largo de los 3.700 kilómetros que deben completar.

Además, una tormenta de viento vino a recibirles apenas tres días después de iniciar la travesía, lanzando vientos de 100 km/h. Alertados por los partes meteorológicos, Vallejo, Iñurrategi y Zabalza construyeron "un muro como el de Berlín" con bloques de hielo para proteger su tienda y se refugiaron hasta que el temporal amainó. De momento, el parte de incidencias ha servido para constatar que Vallejo dispone de "unos abdominales como los de Hércules" que le han permitido soportar 170 kilos de peso, aunque esta es la única broma que el trío se ha permitido, agobiado por las durísimas condiciones que encuentran a su paso y que empiezan a descomponer sus cálculos: disponen de comida para 70 días, y ese es tiempo que pueden consumir para cumplir una aventura que se anuncia homérica.

Recuperando el trineo vacío desde el fondo de la grieta.
Recuperando el trineo vacío desde el fondo de la grieta.
Mirando la superficie desde el fondo de la grieta.
Mirando la superficie desde el fondo de la grieta.
La caída del trineo de VallejoVídeo: BASQUETEAM

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