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Muere Txetxu Rojo, un futbolista fiel al Athletic

Jugó en el equipo rojiblanco desde 1965 hasta 1982, fue 18 veces internacional y es el jugador de campo con más partidos en el club, 541

Txetxu Rojo
El jugador del Athletic de Bilbao, Rojo (dcha), dispara a puerta en presencia del Glaria, durante un partido de liga entre el Español y al Atletic de Bilbao en el estadio de Sarria.EFE
Jon Rivas

José Francisco Rojo Arroita (Bilbao, 75 años), uno de los mitos en la historia del Athletic, falleció en su domicilio de la capital vizcaína después de varios meses de paulatino deterioro de su estado de salud. El futbolista que desarrolló toda su carrera en el club rojiblanco, al que perteneció durante 17 temporadas, y que también alargó su trayectoria en los banquillos de Lezama y San Mamés durante ocho campañas más, permanecía sedado desde hace semanas. Su familia ya había adelantado que su estado era irreversible.

Txetxu Rojo, que compartió equipo durante siete temporadas con su hermano José Ángel, comenzó a jugar al fútbol en su barrio natal de Begoña, en las campas alrededor de la Basílica, y en el frontón de cemento. Formaba parte de un equipo de amigos al que llamaban Peñarol. Ya destacaba por su magnífico toque con la pierna izquierda, jugando de interior. A los 14 años, acudió a un torneo organizado por Firestone y se quedó en el equipo que financiaba la fábrica de neumáticos. Fueron campeones juveniles, y cuando se disolvió el equipo, pasó al Athletic, a las órdenes de José Luis Garay. En 1965 formó parte del conjunto juvenil que ganó la Copa ante el Celta (2-1) en el Santiago Bernabéu. Ese día, envió dos balones al palo y le dio la asistencia a Lavín para el gol de la victoria.

Con 18 años pasó al primer equipo, por decisión de Piru Gainza, que vio en Rojo a su sucesor en la banda izquierda del Athletic. Debutó en El Arcángel, frente al Córdoba (1-0). Era a mediodía y diluviaba. A Txetxu le marcaba Simonet. Después de un par de regates, el defensa verdiblanco le dijo que si lo volvía a hacer le pegaría. Eneko Arieta se acercó y le dijo: “Al chaval, ni le toques”. A la siguiente, Simonet cumplió su amenaza. Arieta se acercó, le pegó un puñetazo al defensor y se marchó del campo sin esperar a que el árbitro le expulsara.

Después de aquel primer partido, Rojo jugó 540 más con la camiseta del Athletic, la única en su carrera, el futbolista de campo con más actuaciones, y sólo por detrás de su compañero José Ángel Iribar, con el que jugó 15 años. Fue titular durante las 17 temporadas que vistió de rojo y blanco. En 1982, Javier Clemente, con el que coincidió en el terreno de juego, decidió que debía renovar la plantilla. Txetxu Rojo, que había tenido fama de contestatario durante su carrera, se retiró del fútbol sin una palabra de reproche, aunque le quedaba un año de contrato. Repitió esa actitud cuando en plena pugna electoral, mientras era entrenador del primer equipo, decidió abandonar el Athletic en silencio después de 28 años ligado a la entidad. “Fui a Ibaigane a despedirme y me marché sin más”, confesaba en una entrevista.

En el Athletic empezó de interior, pero Gainza le recicló como extremo y lució el número 11 a la espalda hasta que llegó al equipo Estanis Argote. Entonces, Rojo regresó a ocupar el puesto de volante ofensivo con el 10 a la espalda. En ese puesto, aseguraba, se sentía muy a gusto.

Como futbolista, Txetxu Rojo jugó cinco finales de Copa (1966, 1967, 1969, 1973 y 1977), de las que ganó dos, y estuvo a un paso de ganar la Liga 1969/70, cuando a falta de cinco partidos, el Athletic era líder. Le bastaba vencer en casa y sacar un punto fuera para distanciar al Atlético de Madrid, pero en Atocha, Rojo fue expulsado junto a su compañero Arieta, fallecido hace seis meses, y la sanción les impidió participar en los siguientes partidos. Los rojiblancos no consiguieron puntuar a domicilio y perdieron el campeonato. También jugó la final de la Copa de la UEFA de 1977 frente a la Juventus, que el Athletic perdió por el valor doble de los goles fuera de casa.

A pesar de su fama de rebelde, Rojo era un futbolista muy disciplinado: “Me cuidaba mucho, me gustaba estar bien, y si jugaba mal era por otros motivos. Cuidaba la comida, me acostaba pronto… Me gustaba correr y llegaba a la pretemporada con una base”, apuntaba en una entrevista. Apenas tuvo lesiones, pese a la dureza del fútbol de su tiempo y el estado de los terrenos de juego, de ahí su dilatada carrera.

Cuando dejó de ser jugador, el club le preparó un partido de homenaje frente a la selección de Inglaterra, la primera vez que los pross, que poco después debían disputar la fase de grupos del Mundial en San Mamés, jugaban contra un club. Luego se integró en la estructura de Lezama. Empezó desde alevines hasta llegar al primer equipo después de la destitución de Howard Kendall. Cuando se tuvo que marchar, eligió el Celta, al que ascendió de Segunda, y al que llevó a una final de Copa, “que perdimos a penalties, en la misma portería en la que perdí con el Athletic contra el Betis”. En Vigo estuvo de 1991 a 1994, y después entrenó a Osasuna, Lleida, Salamanca, Zaragoza –con el que acabó cuarto–, en dos ocasiones, de nuevo el Athletic, y finalizó su carrera en el Rayo Vallecano, en 2004.

Volvió a Bilbao, donde ha residido hasta su fallecimiento, convertido ya en un mito de la historia del Athletic.

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