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"¡Esos pitooones! "

Torrestrella Ojeda, Espartaco, Punta

Toros de Torrestrella, desiguales de presentación, sospechosos de pitones, inválidos, aborregados; 5% manso,con casta y noble; 3o, chico e inválido total. Paco Ojeda: estocada(palmas); dos pinchazos bajos , rueda de peones, pinchazo bajo, otro hondo bajo y dos descabellos (pitos). Espartaco: estocada trasera ladeada y dos descabellos (silencio); estocada corta trasera ladeada (silencio). Antonio Manuel Punta, que tomó la alternativa: estocada trasera, cuatro descabellos -aviso- y cuatro descabellos más (palmas y saluda desde el tercio); dos pinchazos y estocada trasera (ovación y salida al tercio).Plaza de la Maestranza, 17 de abril. 11ª corrida de feria. Lleno.

JOAQUíN VIDAL

Durante las 10 primeras corridas de feria, la gente no había tenido nada que alegar sobre los pitones de los toros y, claro, no alegaba. Es un dato importante: que en 10 corridas seguidas -es decir, 60 toros uno detrás de otro- nadie hubiera alegado nada, sólo lo recordaban los más viejos del lugar. Tampoco es que los 60 toros salieran tal cual los parió su madre (la vaca), pero, el que menos, lucía cornamenta decorosilla y los hubo francamente astifinos, enteros y verdaderos. En cambio, a la corrida que hacía 11, el panorama cambió totalmente, y por eso algunos aficionados se pusieron a alegar. Iban y decían: "¡Esos pitooones!". No exactamente así, es cierto, pues dependía de quién lo dijera. Si decía "¡Esssosss pitooonesss!", con muchas eses, el aficionado era de Madrid, o acaso de Leon. SI, en cambio no decía eses, era de Despeñaperros pabajo, seguro.

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Estudios de fonética pueden hacerse en las plazas de toros, que, como todo el mundo sabe, son cátedras. Allí, a los acontecimientos propios de la lidia seA veces, el único atractivo del espectáculo, como ocurrió en la 11ª corrida de feria, es el estudio de la fonética, y no le importa nada al aficionado culto, porque se trata de un formativo entretenimiento.

Otros aficionados -eternos inconformistas-, además de fonética, quieren toros íntegros y toreros cabales. Ellos solos se delatan y basta con oírles pues son los que dicen "¡Esos pitooones!". Ahora bien, por qué arrastran la segunda o, es un misterio que no han podido desvelar ni la fonética, ni la gra mática, ni el Diccionario de Autoridades. Hubo un tercer torillo que esos pitooones sencillamente no los tenía, como tampoco tenía cuerpo que los demandara, ni fuerza para mantenerlos en hiestos. Le correspondió a Es partaco, que pretendía torearle con solemnidad, y entonces el torillo se desplomaba. Un quinto toro, mejor conformado, no tomaba la muleta con la largura que precisan las figuras del toreo, y Espartaco, tras intentar pundonorosamente derechazos y naturales, optó por matarle y se acabó la cuestión.

El segundo toro embestía noble hasta que se cansó de que el diestro le pusiera la muleta, cuando acudía al cite se la escamoteara, volviera a enseñársela desde distinto lugar del redondel. A muchos toros no les gusta jugar al escondite, así sea el mismísmio Paco Ojeda el diestro juguetón y escamoteador, y acaban diciendo que embista Rita.

El quinto debía de ser Rita y, además, la cantaora. El quinto, manso en varas, embistió noble y codicioso tantas cuantas veces le citó el diestro Ojeda desde múltiples áreas, zonas, parcelas, ángulos y recovecos del ancho redondel, y en ninguna encontró el diestro Ojeda acomodo. Acudía el toro, se quitaba de enmedio. Y tres o cuatro veces que no se quitó, le metía al noble y codicioso toro todo el pico de la enorme muletaza en el ojo de allá.

Nobles y pastueños toros con "¡Esooos pitones!" hubo asimismo para Antonio Manuel Punta, que tomó la alternativa. Toreó nervioso al primero, mientras al sexto, ya más relajado, le sacó algunos pases buenos; principalmente, dos excelentes tandas de naturales. Se comentaba que nunca jamás nadie habrá toreado al natural tan despacio. Bien es verdad que el torito embestía despacito, tan despacio que no se podía saber si estaba despierto o dormidín. Quizá lo segundo. Les pasa a los toros lo que a las personas, que siempre están muertas de sueño. Y es por culpa de la televisión. Cuando no había televisión hasta las tantas, los toros embestían. Un caso que debe estudiar la ciencia veterinaria.

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