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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Castro abre la mano

LA ANUNCIADA liberación de más de dos centenares de presos políticos y comunes por el Gobierno cubano es un reflejo nítido de que Castro ha hecho suyo el lema que llevó Juan Pablo II a Cuba en su histórica visita el mes pasado: "Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba". Por su escala, es un gesto sin precedentes del régimen castrista, ya que, según la disidencia, hay 500 presos políticos en Cuba. Es un paso en la buena dirección y muestra lo acertado de la política del Vaticano de acercamiento crítico -pero no enfrentamiento- con el régimen de Castro. Sin embargo, el anuncio de estas liberaciones no será unilateral; nunca nada en Castro lo es. De hecho, ha coincidido con un llamamiento para buscar nuevas fuentes de financiación externa para la economía cubana.Durante la visita del Papa, los representantes del Vaticano presentaron a las autoridades cubanas una lista con varias decenas de nombres de presos, solicitando "clemencia" por razones humanitarias. La respuesta de Castro, aunque retardada, ha superado las expectativas. Varias decenas de presos políticos serán indultados, como pidió el Papa, pero otros 200 más que no estaban en las listas del Vaticano, condenados por delitos comunes o políticos, serán también puestos en libertad.

Más información
Cuba liberará a más de 200 presos como gesto hacia el Papa

Este anuncio no debe hacer olvidar que otros cientos de presos políticos seguirán en las cárceles cubanas y permanecen vigentes las normas y las condiciones con las que fueron condenados. También habrá que esperar a conocer en detalle los nombres de los liberados y bajo qué condiciones para valorar la medida. La costumbre castrista es evitar que los liberados se conviertan en disidentes sueltos en Cuba, por lo que les obliga a exiliarse. Pero la concesión de indultos podría indicar un cambio en esta política.

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Probablemente la visita del Papa ha resultado decisiva para romper el aislamiento internacional de Castro. Guatemala ha anunciado la apertura de una legación diplomática en La Habana. Queda por saber si el mensaje papal ha llegado también a EE UU, cuyo embargo queda más en evidencia tras los últimos acontecimientos.

La liberación de presos no debe quedar en un hecho aislado, sino que debería aprovecharse desde fuera para engarzar un profundo diálogo entre los actuales dirigentes del régimen, cuyo futuro parece unido a la supervivencia biológica de su fundador, y la oposición interna y externa. España tendría muchos ases en su manga para desempeñar tal papel, si sabe jugarlo y no repite sus últimos y reiterados errores.

El nombramiento de embajador debería ser la primera señal para corregir la estrategia de confrontación ideológica que marcó Aznar desde su llegada a La Moncloa. Ésa sería también una condición para un viaje de los Reyes, a los que Castro ha dado ya bienvenida anticipada y pública, en un año tan cargado de simbolismo. Es hora de normalizar las relaciones históricas entre Cuba y España, que podrían contribuir a preparar una transición hacia la democracia y una economía abierta.

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