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TOUR 2000 Cuarta etapa

Triunfo devastador del ONCE

Laurent Jalabert, líder tras la contrarreloj por equipos en la que el Banesto perdió cuatro minutos

Carlos Arribas

Manolo Saiz ya puede levantar los brazos, quitarse la camiseta, echar a correr hacia la banda y gritar ¡goool! Su equipo, el ONCE, por fin, ha triunfado. Ya, por fin, se podrá decir con razón que como el ONCE no hay ninguno cuando de contrarreloj por equipos se hable. Puede que el sanguíneo cántabro piense que la dicha le ha llegado demasiado tarde, que ya hacía años y años que su trabajo y dedicación y el sacrificio de sus corredores merecían tal reconocimiento, pero que no se queje: la victoria ha sido tan arrasadora, se ha producido ante tan reputados rivales y en un momento tan trascendental de la carrera y de su carrera que bien se podría decir que habrá un antes y un después del 4 de julio de 2000 en el puente de Saint Nazaire. Con Manolo Saiz y el triunfo del ONCE en la contrarreloj colectiva también triunfó, y de forma más que simbólica, el ciclismo español, el futuro, los corredores jóvenes tipo David Cañada o Iván Gutiérrez que son capaces de enfrentarse a lo más importante sin complejos y con calidad. El Kas del 64 es el único antecedente español victorioso en una crono conjunta, un ejercicio para el que, se decía, los españoles no estaban genéticamente dotados. Triunfó el ONCE, aguantó el US Postal de Lance Armstrong, falló el Telekom de Jan Ullrich, hizo lo que pudo el Kelme de Escartín y Heras y fracasó, como temía, el Banesto de Zülle, que perdió más de 4 minutos. El suizo (a 4.19m del primero en la general tras lo de ayer) es el gran derrotado del día que ha encumbrado a Laurent Jalabert al maillot amarillo cinco años después de haberlo vestido por última vez.Si lo de Mende, aquella victoria de Jalabert en la etapa del 14 de julio del 95 que era, hasta lo de ayer, el momento más feliz de Saiz en el Tour, fue el triunfo del instinto atacante, de la improvisación y de la energía de un solo corredor, la exhibición de Saint Nazaire, reducida mínimamente por 20 segundos de penalización, es el fruto, deseado, de la preparación exagerada, de la concentración, la culminación de una obsesión. No hay nadie como Saiz tan atento al detalle, tan concienzudo, tan capaz de asumir la voluntad de sus corredores hasta llegar a convertirlos en autómatas de carne y hueso. Y no hay corredores como los suyos tan capaces de someterse a la voluntad de su jefe, a sufrir por el bien colectivo. Hasta la victoria, como ayer.

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La victoria fue arrasadora porque superó los límites temporales previstos. Ayudada por el viento fuerte de cara, lateral en el temido puente, repecho de un par de kilómetros abierto al océano en la desembocadura del Loira, viento frontal que mata a los equipos menos preparados, que permite a los grandes motores, a las fuertes voluntades, desarrollar su poder devastador, el ONCE, fila india geométrica, apenas unos centímetros entre tubular y tubular, relevos cronometrados desde el coche, superó al US Postal (Armstrong , Hincapie, Ekimov... grandes rodadores que prefirieron la técnica del carrusel: dos filas paralelas, una subiendo y otra bajando en relevos continuos), el único equipo que se resistió mínimamente, en 26s; al Telekom (Ullrich y la escuela del Este, rodadores expertos en fila india), en 1,06m; al Cofidis del valiente Millar, en 2,30m; al Mercatone, el primer equipo de entre los de escaladores, Pantani bien resguardado, en 3.14m. Cuatro minutos y tres segundos perdió el Banesto, equipo de siete y no de nueve: los escaladores Piepoli y Jiménez no entraron al relevo: se convirtieron en pesos muertos que no sólo no ayudaban sino que frenaban a sus compañeros; y 4.48m, casi el doble de los pensado, los del Kelme.

Y llegados a este punto, con Armstrong a 24s, Ullrich a más de un minuto, los escaladores, como siempre, lejos, lejos (Pantani, a 5.26m; Virenque, a 5.46m; Jiménez, a 6m; Heras, a 6.15m, Escartín, a 6.16m), y con Zülle, como siempre (si no es por caída es por otra cosa, y aunque no llueva la zona de Saint Nazaire le resulta fatal), al nivel de los grimpeurs, surge la pregunta, claro. Vale, el ONCE ha ganado la primera semana, pero el Tour son tres. ¿Entra dentro de los planes de Manolo Saiz la conquista del triunfo en París? ¿Será Jalabert o será Olano quien deba liderar la historia? ¿Y Qué dirá Marie-Blanque, el primer gran puerto contra el que chocará el Tour, ya el próximo lunes?

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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