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35º CONGRESO DEL PSOE

Felipe González comunica a su entorno que no aceptará la presidencia del PSOE

Anabel Díez

Los delegados al 35º congreso del PSOE, por discreción o por duda, no han hecho saber, en su inmensa mayoría, a sus dirigentes, y menos a la opinión pública, cuál de los cuatro candidatos que aspiran a la secretaría general es su preferido. El congreso que hoy se inaugura arranca con todas las incógnitas sin despejar después de tres meses de campaña. Los intentos de las principales federaciones, y a la cabeza Andalucía, de convencer al ex líder del PSOE Felipe González para que acepte la presidencia del partido han fracasado. González ha comunicado que no lo será, gane quien gane.

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Los 998 delegados elegidos por sus asambleas locales, provinciales y regionales llegaron ayer a Madrid imbuidos de la responsabilidad de elegir al que será su secretario general entre cuatro candidatos. José Bono, Rosa Díez, Matilde Fernández y José Luis Rodríguez Zapatero les han dicho hasta la saciedad que son los protagonistas verdaderos y que en sus manos está el futuro del partido. No ha sido posible, después de numerosos intentos soterrados de los dirigentes, que haya acuerdo entre los aspirantes que sólo podía traducirse en la retirada de alguno de ellos. Los cuatro, ayer lo reiteraron, llegarán a la votación del sábado, que se producirá después de que se dirijan a los delegados para exponer, por última vez, sus propuestas y pedirles el voto.Los intentos de las principales federaciones del PSOE de llevar a la presidencia del partido a Felipe González están condenados al fracaso, tal y como ha transmitido el ex presidente del Gobierno a diferentes dirigentes del PSOE en los últimos días. Desde que González llegara de México el pasado domingo sus reuniones con dirigentes del PSOE han sido constantes. También ha trascendido que ha conversado con Rosa Díez, José Luis Rodríguez Zapatero y José Bono.

Neutralidad

La apelación formulada por Rodríguez Zapatero hace dos meses para que González ocupara la presidencia del partido hay que diferenciarla de la estrategia de algunos dirigentes territoriales, encabezados por el líder andaluz, Manuel Chaves, para que ocupe el cargo. Mientras que Felipe González ha estado durante dos semanas fuera de España, Chaves ha tenido tiempo para constatar directamente "la inclinación" de la mayoría de los barones a que de este congreso saliera presidente. Estaban seguros de que la mayoría de los delegados avalarían con su voto, dentro de la ejecutiva, esta opción.Pero desde el lunes, González ha transmitido a sus interlocutores lo mismo que dijo meses atrás. "No estoy disponible para ese puesto o cualquier otro". En los dos últimos días sus consideraciones han sido más tajantes: resultará inútil que se lo pidan porque no va a aceptar.

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El presidente de la Comisión Política, Manuel Chaves, es uno de los que mejor conoce el sentir de González y algo ha traslucido al declarar ayer que "no es el centro de este congreso" ni la presidencia del partido ni el que González la acepte o no.

El entorno más cercano a González asegura que el ex presidente no quiere ocupar el cargo del fallecido Ramón Rubial en ningún caso, es decir, gane quien gane. En los últimos días, el presidente castellano-manchego, José Bono, manifestó su deseo de que González pudiera ser presidente.

En los prolegómenos de este congreso, González ha tenido peticiones de que intervenga para intentar un acuerdo entre candidatos y se cita expresamente a Bono y Rodríguez Zapatero. Aseguran que no ha querido y que mantendrá esta actitud durante todo el congreso. El mensaje que ayer transmitió, a través de portavoces oficiosos, fue en esta línea, al tiempo que recordó a los delegados que actúen con absoluta libertad, porque es su congreso. A pesar de esto, personas del entorno de Zapatero insistieron ayer en que si el ganador es el diputado leonés pedirá a González que sea el presidente. Tampoco en la delegación andaluza y catalana se tira la toalla.

Pero lo que no está en absoluto despejado es hacia dónde dirigirán sus votos los delegados. Los dirigentes y cabezas de delegación llegan al congreso sin haber expresado ante sus delegados cuál es su opinión respecto a su preferido. Muy pocos han dicho en voz alta el nombre de su candidato y esta discreción se explica por el temor de los barones de ir en dirección contraria al sentir de sus militantes, tal y como ocurrió en las elecciones primarias de la primavera de 1998, cuando los dirigentes optaron por Joaquín Almunia como candidato a la presidencia del Gobierno y los militantes votaron a José Borrell.

Los candidatos han reconocido que no tienen motivos para pensar que se ha jugado en contra de cualquiera de ellos. Ha habido muchas reuniones, numerosos cenáculos e intentos articular alianzas, pero todo ha sido inútil.Los candidatos las han rechazado en el convencimiento de que en solitario podían conseguir su objetivo.

El papel de la Comisión Política, presidida por Manuel Chaves, ha estado al filo del precipicio en muchas ocasiones pero, almenos hasta hoy, sus decisiones han sido avaladas por la mayoría. Chaves reconoció ayer que ha podido equivocarse en alguna ocasión, pero aseguró que su posición ha sido siempre de "neutralidad". El presidente de la Junta de Andalucía y secretario general de los socialistas andaluces ha tenido sobre sus hombros la presión de las principales federaciones socialistas para que realizara una indicación sobre por dónde deberían ir las apuestas. A día de hoy, nadie se atreve a asegurar que se ha decantado por nadie, aunque en el proceso unas veces se le ha criticado por favorecer a José Bono y, otras por inclinarse hacia José Luis Rodríguez Zapatero. Todavía hoy y mañana, antes de la votación, se le requerirá para que se pronuncie. Las últimas informaciones apuntan a que cada vez tiene menos disposición a hacerlo.Lo que no ha conseguido Chaves y su Comisión Política es llegar al congreso con unas normas sobre la elección del secretario general que pasaran de corrido por la Comisión de Estatutos. El primer día de congreso vendrá marcado por la discusión sobre si hay una o dos vueltas para la elección del secretario general y aunque no hay dudas respecto a que se quedará en una, nadie podrá evitar que la discusión se prolongue hasta el plenario.

Los partidarios de Rosa Díez y Matilde Fernández se creen con capacidad numérica para conseguir en el trámite de comisión el 20% de los votos que les permite continuar la discusión en el pleno y que los 998 delegados tengan que votar. Ambas candidatas consideran que si esa votación se produjera con papeleta y no a mano alzada, como previsiblemente ocurrirá por decisión de la Mesa del Congreso, que presidirá Marcelino Iglesias, presidente del gobierno aragonés, las posibilidades de instaurar la segunda vuelta serían considerables.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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