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Tras los pasos del ejemplo holandés

Isabel Ferrer

En vigor desde el pasado 1 de abril, la norma que regula la eutanasia en Holanda presenta dos ventajas claras para el legislador. Cuenta con el apoyo del 85% de la población y ha convertido a los médicos, en especial los de cabecera, en profesionales que atienden a los enfermos desahuciados sin miedo a ser perseguidos por la Justicia. Contrariamente a lo que pudiera parecer, la ley no facilita la ayuda al suicidio, que continúa penalizada hasta con 12 años de cárcel en el caso de que no se cumplan los requisitos impuestos a los facultativos.

Según el estudio más reciente publicado sobre la incidencia de la eutanasia a escala nacional, en 1995 los médicos de familia recibieron 9.700 solicitudes. Una de cada tres fueron aprobadas y uno de cada tres enfermos falleció antes de que se hubiera tomado una decisión. Un 6% (700 casos) fueron retirados y otros 2.500 rechazados. Esta última cifra demuestra, según los propios médicos, que acceder a una eutanasia no es nada fácil. A la voluntad clara y meditada del paciente hay que añadir la opinión de otro profesional de la medicina ajeno al que lleva al enfermo. Este último debe remitir la documentación a una de las cinco comisiones municipales encargadas de revisarlas.

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