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Las fotografías de Gisèle Freund trazan el viaje creativo del siglo XX

El CCCB dedica una exposición a la autora

Si las primeras décadas del presente siglo tienen como tarea el poner en limpio las ideas que se generaron en el siglo XX, la obra de Gisèle Freund (Berlín, 1908-París, 2000) es un buen apoyo a esta tarea. Sus retratos de Malraux, Joyce, Simone de Beauvoir, Frida Kahlo y Evita Perón, entre otros, forman una libreta de apuntes escrita con la intuición de contemplar la historia intelectual de su época. El Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) muestra hasta el 3 de noviembre la exposición El mundo y mi cámara, con la que se recorre todo el ciclo fotográfico de la creadora.

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El punto de arranque de la vida de Gisèle Freund se encuentra en el hecho de pertenecer a una familia judía de la alta burguesía alemana. Su adscripción a los grupos políticos de izquierdas y el hecho de que su padre le regalara una cámara Leica a los 15 años la empujarían, con la ayuda de las convulsiones sociales de su época de juventud, a crear una obra cuya valía artística muchos discuten, pero cuyo gran peso como documento histórico a la vez que personal no se puede poner en duda.

Hay dos etapas claramente diferenciadas en la obra de Freund, tal como explica la comisaria de la exposición, Lydia Oliva: 'Su obra antes de abandonar Alemania era anónima, social y colectiva. Más tarde se centraría en el retrato de intelectuales'. La exposición se inicia precisamente con las fotografías vibrantes de la manifestación contra el nacionalsocialismo realizada el 1 de mayo de 1932. Estas fotos espontáneas y vitales le granjearon la enemistad de los nazis. Al año siguiente huye a París. A partir del reflejo de este instante, la exposición se convierte en el itinerario vital de Freund por distintas ciudades del mundo. La artista sabe aprovechar el trasiego forzado al que se ve obligada para reconducirlo en su provecho.

En París conoce a André Malraux, del que logra una imagen que fijará para siempre una determinada visión del escritor. También entra en contacto con otros muchos intelectuales y artistas, tanto franceses como extranjeros, que huyen de la ascensión totalitaria que se está produciendo en varios países europeos. En esta época viaja a Inglaterra, donde fotografía los estragos que causa el paro en los sectores mineros.

En 1940 tiene que huir de París. Se instala en el sur de Francia, donde sólo fotografía a la familia que la acoge en su casa. En la exposición, este periodo se refleja con un montaje sutil y plenamente representativo que reproduce en metal oxidado los años de su sequía fotográfica. Junto a este elemento escenográfico se puede contemplar una secuencia de diapositivas de retratos de escritores. Este último recurso escenográfico se inspira en las sesiones que realizaba la librería de París La Maison des Amis des Livres, propiedad de Adrienne Monnier, durante las que se proyectaban en la pared los mismos retratos.

Etapa americana

De Francia, marcha a Argentina. La revista Life le publica un reportaje sobre Eva Perón. En círculos oficiales no gusta el trabajo, lo que produce un pequeño incidente entre norte y sur: durante cuatro años no aparecerá la revista estadounidense en Argentina. Antes de volver definitivamente a París en 1952, viaja a México para asistir a un congreso y se queda dos años. Además de la fascinación por el país, el atractivo humano y artístico del momento no tiene desperdicio: conoce a Frida Kahlo y a Diego Rivera.

Al regresar a Francia inicia una larga y fructífera etapa en su vida, en la que publica varios libros. Le Corbusier, Nabokov, Samuel Beckett, Marcel Duchamp, Man Ray, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Marguerite Youcernar, Marguerite Duras y Hanna Schygulla son algunos de los personajes claves que fotografiará. El resultado puede verse en la exposición junto a dos piezas realizadas en la azotea de La Pedrera en 1980.

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