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Manuel Sánchez, único votante abiertamente proespañol, no teme a la muerte

'Lo más que puede pasar es que me maten', dice resignado Manuel Sánchez, un fontanero de 51 años, soltero, que vive con su padre, y es el único gibraltareño que ha hecho público que iba a votar que sí a la soberanía compartida porque está convencido de que Gibraltar debe integrarse en España para tener un futuro.

'Eso no, Manuel', le interpela un vecino que dice conocerle desde pequeño. 'Tú sabes perfectamente que nadie te va a matar. Lo más que te puede ocurrir es que te insulten por la calle'. Y vaya si le insultaron. '¡Vendido, cállate, si esto es democracia, que nos oigan a nosotros', empezaron a gritar los militantes laboristas que repartían papeletas con el no ya impreso a la puerta del colegio donde Sánchez depositó ayer su voto. Un joven con un perro se acercó por detrás al disidente, hasta casi rozarle la espalda, y, mientras éste hablaba con los periodistas, masculló algo.

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Evidentemente, hacer campaña por el no ha sido fácil en Gibraltar, aunque no se ha manifestado la violencia que, tras el referéndum de 1967, obligó a un exilio temporal a algunos de los palomos que se habían distinguido por el apoyo al diálogo con España. Entre ellos, Joseph Triay, suegro del actual ministro principal. Le quemaron comercio, casa y yate.

Sánchez está convencido de que, si no hubiera amenazas, otros habrían hecho pública su oposición a la situación actual, como hizo él en un artículo remitido a la revista Panorama en vísperas del referéndum. Dice que, desde entonces, mantiene sin problemas las relaciones con sus vecinos, pero que la situación en el trabajo es más difícil.

Sánchez explica así su voto: 'Yo voto que sí porque creo en una Europa federal en la que nosotros tenemos que empezar por integrarnos en España, con una autonomía quizás mayor que la actual del País Vasco. La soberanía compartida es un primer paso hacia la soberanía plena de España'. Manuel dice que hace campaña por esas ideas desde hace ocho años.

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