"Máxima tranquilidad" salpicada de anécdotas
Pegatinas y pancartas alusivas a la guerra de Irak, el 'Prestige' y el trasvase del Ebro provocaron ligeros incidentes
La reconfortante rutina de la democracia se impuso abrumadoramente durante la jornada de ayer. Pocos incidentes significativos y numerosas anécdotas. Eso permitió al secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Astarloa, repetir a lo largo del día que todo transcurría con "máxima tranquilidad y máxima normalidad".
Algún incidente tuvo cierta coloración política que remitía a la guerra de Irak, a la catástrofe del Prestige o al trasvase del Ebro.
En Melilla, agentes del Cuerpo Nacional de Policía impidieron a un cámara de Tele 5 entrar en un colegio, al que se dirigía para grabar, porque llevaba una camiseta con la imagen del cámara José Couso, muerto en un hotel de Bagdad, por disparos de un tanque estadounidense, y la inscripción "Asesinado".
En Melilla, la policía impidió grabar a un cámara que llevaba una imagen alusiva a Couso
En Mataró, un apoderado del PP exigió que se retirase una pancarta con el eslogan Nunca Mais, pero vio frustrado su propósito al ser expulsado del recinto por orden del presidente de la mesa.
En Tortosa, Joan Panecello, dirigente de la Plataforma en Defensa del Ebro que presidía una mesa electoral, acudió vestido de negro y con un esparadrapo en la boca, en protesta porque la junta electoral de zona prohibió cualquier distintivo contra el Plan Hidrológico Nacional. "Hoy es un día de luto para la democracia y para la libertad de expresión", dijo Panecello.
También en Cataluña, la candidata del PP a la alcaldía de Sant Feliú de Llobregat (Barcelona), recorrió varios colegios exigiendo que se retirasen todos los símbolos que hicieran referencia a la guerra de Irak o al Prestige, hasta que la presidente de una mesa le exigió que abandonase el colegio.
En Andalucía, el No a la guerra provocó sendos incidentes en dos colegios de Sanlúcar de Barrameda y Algeciras (Cádiz) donde la junta electoral ordenó retirar carteles con ese mensaje.
El alcalde socialista de Barcelona, Joan Clos, aspirante a la reelección, tuvo que soportar el abucheo de una docena de jóvenes que le esperaban a la entrada del colegio electoral, con una pancarta contra la Ley Antiterrorista que decía "El Ayuntamiento encarcela a los antifascistas", en alusión a algunas personas detenidas en Torá (Lleida).
El afán por ejercer el derecho al voto llegó a provocar un incidente violento en la ciudad malagueña de Taba donde un vecino, al informarle de que no figuraba en el censo, rompió la urna de un puñetazo.
Ese mismo afán se manifestó, de forma bien diferente, en otros lugares, como en Ferreruela de Tábara (Zamora), donde Balbina Domínguez, de 110 años, acudió hasta el colegio electoral, acompañada por sus hijos y apoyándose en dos bastones.
Con 16 años menos y 94 cumplidos, Antonio García Romero, al que se conoce en San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria) como Antoñito, acudió a votar, pero sin poder servirse de su burro, "enfermo con un tumor", según explicó y que es su medio de transporte para todos sus desplazamientos. Antoñito asombró a sus vecinos cuando, tras ejercer su derecho al voto, anunció que se marchaba deprisa porque le esperaba "una hembra" y añadió: "Quien piense lo contrario está equivocado y, además, voy a aprovechar para echarme un whisky".
También hubo quien dudó tanto que quiso cambiar el voto, sin conseguirlo. Fue el caso de un riojano que consultó a la junta electoral si podía votar, después de haberlo hecho por correo, ya que había cambiado de opinión.
