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Los generales argelinos arremeten contra el presidente Buteflika

Nezzar, artífice del golpe de 1992, acusa de corrupción al jefe del Estado

"Conduce a Argelia a una catástrofe". "Reina como un sultán, como si Argelia le perteneciese por derecho divino". Con él "Argelia regresa poco a poco a la Edad Media". "Los recursos del país están siendo dilapidados". El que denuncia con tanta virulencia al presidente Abelaziz Buteflika no es ningún ultraizquierdista o islamista radical. Es el general Jaled Nezzar, ex jefe de Estado Mayor y ex ministro de Defensa.

Nezzar fue el artífice en 1992 del golpe de Estado que impidió que los islamistas ganasen en las urnas. Este militar retirado acaba de publicar un libro que conmociona al país cuando faltan seis meses para las elecciones presidenciales.

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Titulado Buteflika, el hombre y su balance, el opúsculo, en venta desde hace 10 días, se agotó nada más salir en varias librerías. A Nezzar le había resultado, sin embargo, difícil encontrar un editor en Argelia -cinco rechazaron imprimirlo- y estuvo a punto de sacarlo en Francia. La prensa ha publicado además algunos de los extractos más sabrosos.

Uno de ellos es en el que el general cuenta cómo en 1999 los principales jerarcas militares auparon a Buteflika a la jefatura del Estado, a través de unas elecciones presidenciales en las que fue el único candidato tras la renuncia de sus adversarios. Veían en él a un prestigioso ex ministro de Exteriores capaz de reinsertar a Argelia en el seno de la comunidad internacional de la que había sido marginada, acusada de violar los derechos humanos.

El elegido decepcionó a los que le habían cooptado porque, según Nezzar, "nunca levantó la voz para responder a la innoble acusación de manipulación por el Ejército de los Grupos Islámicos Armados", la peor de las facciones terroristas". Es más, "las denuncias de corrupción formuladas contra los más altos dignatarios del Ejército le producen un inmenso regodeo".

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Peor aún, Buteflika y sus familiares "acumulan palacios, muebles antiguos, lujo, dinero, etcétera", sostiene Nezzar, quien pide una comisión de investigación sobre la fortuna presidencial.

Otro general jubilado, Rachid Benyelles, antiguo jefe de Estado Mayor de la Marina, exige también en la prensa que se aclare "el enorme perjuicio que han padecido las arcas del Estado".

No es seguro que Nezzar haya recibido el encargo de sus compañeros de armas de arremeter contra el presidente Buteflika, pero sus escritos reflejan, presumiblemente, el sentir mayoritario de la jerarquía castrense en activo, que, en la sombra, sigue ejerciendo una gran influencia en Argelia. Tal pronunciamiento, cuando falta medio año para las presidenciales, significa que el Ejército no desea que Buteflika obtenga un nuevo mandato.

¿Intervendrá de nuevo la cúpula militar en las elecciones de abril como lo hizo en todas las anteriores? "Creo a los responsables militares que declararon que el Ejército permanecerá neutral y no se inmiscuirá en las presidenciales", afirma el general Benyelles. "Pienso que el Ejército no hará nada contra Buteflika pero tampoco nada a favor suyo".

Elecciones transparentes

De ser cierto este vaticinio, las presidenciales del próximo mes de abril podrían ser las primeras transparentes de la historia de Argelia. Buteflika no ha anunciado aún públicamente sus intenciones pero se da por descontando que aspira a un segundo mandato. Prueba de ello es la guerra larvada que desató a principios de año contra Ali Benflis cuando tomó conciencia de que el líder del Frente de Liberación Nacional (FLN), el antiguo partido único, podía ser su principal rival.

Benflis fue jefe de la campaña electoral de Buteflika, jefe de gabinete y más tarde su primer ministro, hasta que el presidente le destituyó. Para entonces Benflis ya se había hecho con el control del partido, que posee la mayoría absoluta en el Parlamento y que, en un controvertido congreso, cuya legalidad fue puesta en duda por los fieles del jefe del Estado, respaldó, a principios de mes, su candidatura a la presidencia de la República.

A lo largo del próximo semestre los argelinos van a asistir a una formidable batalla entre Benflis, que cuenta con el grueso del FLN, y Buteflika, que puede apoyarse en algunos disidentes, del que sus adversarios temen que utilice el aparato del Estado para fines electorales y al que también acusan de tender puentes con los islamistas para atraer sus sufragios.

Por algo fue a visitar la tumba del imam Jomeini durante su reciente visita a Irán y, según la prensa argelina de oposición, aprovechó también su estancia en Malaisia para entrevistarse con Abassi Madani, el recién excarcelado jefe del ilegal Frente Islámico de Salvación, sometido a tratamiento médico en Kuala Lumpur.

Habrá, sin embargo, un aspirante islamista a la presidencia, Ahmed Taleb Ibrahimi, que concurrirá a las elecciones como independiente porque su partido Wafa no acaba de ser legalizado, so pretexto de que en sus filas militan antiguos miembros del disuelto Frente Islámico de Salvación.

Las peleas entre candidatos tienen como telón de fondo el agravamiento de la crisis social -profesores de enseñanza media y ferroviarios están en huelga- en una Argelia en la que cerca de la mitad de sus 31 millones de habitantes se sitúa por debajo del umbral de la pobreza y al menos un 30% de la población activa está en paro.

Abelaziz Buteflika.
Abelaziz Buteflika.

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