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LA POSGUERRA DE IRAK | Las torturas

El Consejo iraquí condena el registro de la casa de Chalabi

El Consejo de Gobierno iraquí condenó ayer el asalto la víspera por tropas norteamericanas de la residencia y la sede del partido de Ahmed Chalabi, líder del Congreso Nacional Iraquí. Salam al Jafaji, un chií miembro del Consejo, declaró a la televisión árabe Al Yazira que había amenazado con presentar su dimisión si Chalabi no recibía una disculpa por parte de EE UU. Otro miembro de ese Consejo, el kurdo Mahmud Othman, criticó a EE UU por no haberles consultado antes del asalto y acusó a Washington de querer secuestrar el futuro político de Irak.

Chalabi, el principal aliado de EE UU en Irak, antes, durante y después de la guerra -el pasado enero asistió como invitado especial al discurso sobre el estado de la Unión del presidente Bush-, ha caído vertiginosamente en desgracia en los últimos días. Primero, el Pentágono le cortó el grifo de su financiación -340.000 dólares mensuales- y después fue asaltada su casa y oficina, donde las tropas de EE UU se incautaron de ordenadores y archivos. La gota que ha colmado la paciencia y la confianza de Washington con Chalabi, un hombre de negocios chií, ha sido sus vínculos con el régimen iraní. La cadena CBS reveló el jueves, citando fuentes oficiales anónimas norteamericanas, que existían pruebas de que Chalabi había pasado información "sensible y sólida" a Irán que en caso de hacerse públicas "podrían suponer la muerte de norteamericanos". La información de la CBS añadía que uno de los miembros del partido de Chalabi "estaba en la nómina de los servicios secretos de Irán".

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Corrupción

Chalabi ha contestado afirmando que esas informaciones son parte de un intento de la CIA por desacreditarle y que la verdadera razón de su ruptura con EE UU se debe a su reciente exigencia de que Irak disfrute de una verdadera soberanía, sobre todo sobre el petróleo, a partir del próximo 30 de junio. Aseguró también que los soldados norteamericanos se llevaron de su casa documentos que contenían su propia investigación sobre corrupción en el programa de la ONU de Petróleo por Alimentos durante los años noventa en Irak.

La eliminación política de Chalabi, que contaba con diversos apoyos en el Consejo de Gobierno iraquí -un sobrino suyo es el actual ministro de Defensa iraquí-, ha dejado desconcertados a los miembros del Consejo, que temen perder sus posibilidades políticas en el futuro de Irak. Mahmud Othman rechazó ayer de plano que EE UU y el enviado de la ONU, Lajdar Brahimi, sean quienes elijan al nuevo Gobierno de transición iraquí que debe encargarse de preparar las elecciones previstas en 2005.

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