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'Caprichos' de la naturaleza

Que los quarks -las partículas elementales de la naturaleza junto al neutrino y el electrón- no se pueden observar individualmente debido a cómo funciona la fuerza que les une de tres en tres es un resultado del trabajo de los años setenta que ahora ha merecido el premio Nobel de Física. Y ese resultado refleja la realidad, extraña pero real.

No es más extraña, sin embargo, que el panorama aceptado y comprobado de las partículas elementales, que existen en tres familias sin que nadie pueda explicar por qué. La primera familia, formada por el electrón, el neutrino del electrón y los quarks up y down es la que forma la materia de la que está hecho todo en el universo normal. Las otras dos familias están formadas por los mismos elementos, sólo que más pesados. En una están el muón, el neutrino del muón y los quarks strange y charm (los nombres de los quarks también son caprichosos). En la otra están el tau, el neutrino del tau y los quarks bottom y top. Los elementos de estas dos últimas se desintegran rápidamente por lo que sólo se pueden observar de forma natural en rayos cósmicos de alta energía y cuando se detectan neutrinos de distinto sabor al del electrón. Desde hace años, sin embargo, se pueden recrear en los potentes aceleradores de partículas.

El Modelo Estándar, que es el aceptado y comprobado experimentalmente, explica todas las fuerzas y fenómenos existentes en el universo, con la excepción de lo que probablemente resulta más evidente, la interacción gravitatoria. No se ha observado por ahora una partícula que transmita la gravedad, aunque ya tiene nombre sugerido, el gravitón.

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