_
_
_
_
_

La biciescuela ha enseñado a pedalear a más de 200 adultos

Clara Blanchar

De entre los cursillos sobre las cuestiones más variopintas que se pueden seguir en Barcelona, sólo hay una asociación, Bicicleta Club de Cataluña (BACC), que enseñe a montar en bici. Y no a niños, sino a adultos que, por el motivo que sea, no saben. Las razones son múltiples, pero la frustración es siempre la misma. Lo consideran "una asignatura pendiente", por lo que la recompensa, traducida en satisfacción, es enorme. "A veces, cuando lo consiguen, ves saltar lágrimas", asegura Diana González, coordinadora de la escuela.

La biciescuela, que funciona entre marzo y noviembre, coincidiendo con el buen tiempo, ha comenzado hace unas semanas su cuarto curso. Atrás quedan 200 alumnos que han aprendido desde a mantener el equilibrio y pedalear, hasta a circular por transitadas rotondas. Los pupilos tienen entre 25 y casi 70 años. En general, los más jóvenes se apuntan a los cursos de circulación, y los mayores a los de iniciación.

"Te crees que eres el único adulto que no sabe ir en bici, y llegas aquí y ves que no. Que lo que para ti es una asignatura pendiente, lo es para mucha más gente". José Manuel Cobo, de 42 años, fue alumno de la biciescuela y ahora es todo un ciclista urbano. Las primeras conversaciones con el resto de alumnos, explica Cobo, parecen una clase de autoayuda, "porque no saber ir en bici es algo que da mucha vergüenza, hasta que te das cuenta de que no eres el único".

Razones muy personales

Unos explican que en sus casas no había dinero para caprichos como una bicicleta, otros confiesan que de pequeños preferían leer bajo un árbol que ir a merendar a la fuente pedaleando... Y algunas mujeres aseguran que cuando eran pequeñas estaba mal visto que las niñas anduvieran arriba y abajo sobre dos ruedas. Como Olga, de 65 años: "No saber es fruto de una época en la que no había dinero ni espíritu". A su edad, y tras haber regalado decenas de bicicletas a hijos y nietos, la familia le obsequió con el curso.

La cuestión es que a los adultos no se les puede enseñar con el mismo método que a los niños. "A una persona mayor no le puedes sostener cogiéndole el sillín y tampoco te puedes permitir que se caiga, porque se puede hacer daño y cogería miedo", explica Diana González. El truco, pues, está en "trabajar el equilibrio y que pierdan el miedo". Primero, los alumnos se sientan en la bicicleta pero caminan con los pies hasta que con sencillos ejercicios logran sustituirlos por las ruedas. De ahí a pedalear hay un par de bajadas. Las primeras clases se imparten en el parque de la Barceloneta, entre el barrio y el hospital del Mar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Son grupos que están llenos de anécdotas personales. José Manuel e Inma, del último grupo del año pasado, son matrimonio. Se apuntaron por iniciativa de ella, pero el primero en aprender fue él. Hay novios que regalan los cursos a novias; novios que aprenden para dar una sorpresa a sus novias. Incluso hay alumnos que montan en bicicleta estática en el gimnasio, pero no saben ir en una con ruedas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_