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EL DESAFÍO NUCLEAR DE IRÁN

La principal central atómica de Irán espera el combustible nuclear para entrar en acción

Baterías antiaéreas vigilan el cielo en torno a la planta por temor a un ataque de Israel

Ángeles Espinosa

Todavía no hay material nuclear dentro del recinto, pero varias baterías antiaéreas vigilan el cielo ante el riesgo de que sea destruido. La central atómica de Bushehr es el objetivo más visible de un programa nuclear que Irán asegura pacífico y Estados Unidos sospecha que encubre intenciones militares. El reactor sólo empezará a funcionar cuando se introduzca el combustible nuclear. "Ya está adquirido; llegará en unos meses", afirma Asadollah Sabury, vicepresidente de la Organización de la Energía Atómica iraní.

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Aunque las obras de Bushehr aún tardarán otro año más en estar terminadas, éste es el momento más delicado. Una vez que se almacene el combustible nuclear el riesgo de alcanzarlo en un ataque complica mucho la ecuación. Y los responsables iraníes no se toman a la ligera las filtraciones sobre un plan de Israel para bombardear la planta. La aviación de ese país ya destruyó el reactor de Osirak (Irak) en 1981.

"Se ha completado un 84% del trabajo y el reactor estará listo para entrar en funcionamiento a finales de 2006", anunció Sabury a varios periodistas extranjeros autorizados a visitar la central en vísperas de la elección de Mahmud Ahmadineyad como nuevo presidente de Irán. El proyecto, iniciado en los años setenta por la firma alemana KWU y abandonado durante la revolución islámica, fue retomado hace una década por la empresa rusa Atomstroyexport y generará 1.000 MW de electricidad.

"Nos quedan unos 18 meses para concluir el trabajo", confirmó a esta enviada Viatcheslav Makhonin, el responsable de Atomstroyexport en Bushehr, que tiene a su cargo 4.000 técnicos rusos y 2.000 iraníes. Entre tanto, las 80 toneladas de combustible listas para el envío "serán almacenadas en un lugar seguro fuera del edificio del reactor de acuerdo con las normas y exigencias internacionales", explicó Sabury. "Una vez usado, hemos firmado un acuerdo con Rusia para su retirada, así que no debiera haber ningún recelo en ese sentido porque todo es transparente", subrayó el responsable.

En efecto, este programa se conoce desde hace años y no suscita problemas. La recogida del combustible usado garantiza que no se va a reprocesar para convertirlo en material de uso militar. Pero Irán no se conforma con importar el uranio necesario para alimentar la enorme boca del reactor de Bushehr. Con un proyecto para construir hasta 20 centrales en el futuro, sus responsables desean fabricar su propio combustible, un proceso que les acercaría a la producción armamentística.

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"Irán quiere tener la capacidad de fabricar su propio combustible nuclear", confirmó Sabury. "Nuestro contrato con Rusia garantiza el abastecimiento de combustible para una unidad durante 10 años; nosotros pretendemos construir más de una central y seguiremos necesitando combustible después de ese plazo, por eso queremos completar el ciclo y producirlo nosotros mismos", justificó.

El Tratado de No Proliferación (TNP), del que Irán es signatario, no prohíbe enriquecer combustible nuclear, sólo fabricar armas nucleares. Muchos países respetuosos con el TNP realizan esas actividades, algunas de las cuales tienen aplicaciones militares. Hasta el momento, las inspecciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) no han podido demostrar que Irán haya violado el TNP. Sin embargo, el descubrimiento hace tres años de un programa clandestino hizo sonar las alarmas. Según un reciente análisis de la Fundación Carnegie, los datos recogidos por el OIEA "sugieren la intención de por lo menos adquirir la capacidad para manufacturar explosivos nucleares".

Estados Unidos insiste en someter el caso al Consejo de Seguridad de la ONU en busca de nuevas sanciones. La UE (a través de la troika formada por Francia, Alemania y Reino Unido) ha logrado que Irán suspenda de forma voluntaria las actividades del ciclo de combustible como medida de confianza. Pero hasta ahora sus incentivos para que esa decisión temporal se convierta en definitiva no han convencido a los iraníes. Teherán ha anunciado que, de no mediar un avance, reiniciará el enriquecimiento cuando concluya la extensión de dos meses a finales de julio.

Será un momento muy delicado, ya que el 3 de agosto toma el control del Gobierno el recién elegido Ahmadineyad, un ultraconservador que considera el acceso a esa tecnología no sólo un derecho, sino una necesidad para el desarrollo de su país. Más allá de su mensaje populista, es una idea que comparten las élites iraníes por encima de afiliaciones ideológicas. Muchos de los entrevistados por esta enviada durante las tres semanas pasadas asociaron la tecnología nuclear con la modernidad, y ven los esfuerzos por evitar que Irán acceda a ella como una discriminación con tintes colonialistas.

"Desconozco si hemos alcanzado la capacidad tecnológica necesaria [para fabricar armas nucleares] pero me parece extraño que el resto del mundo tenga esa prevención hacia nosotros cuando están India y Pakistán, que llevan décadas enfrentados en Cachemira, por no hablar del caso de Israel", declara un destacado responsable financiero formado en Estados Unidos y bastante crítico con el sistema. "Tenemos derecho a ello, pero además necesitamos la energía nuclear para incrementar nuestra capacidad eléctrica y poder reducir nuestra dependencia del petróleo", defiende.

Un obrero iraní, en la central nuclear de Bushehr el pasado miércoles.
Un obrero iraní, en la central nuclear de Bushehr el pasado miércoles.EFE

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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