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Irán desoye a la ONU y da un nuevo impulso a su programa nuclear

Teherán califica de irracional la petición de moratoria hecha por El Baradei

El propósito de Mohamed el Baradei, director del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), de convencer a Irán de que suspenda su programa nuclear se vino abajo en cuanto aterrizó en Teherán, en la madrugada del jueves. Antes de reunirse con El Baradei, los responsables del programa atómico de Irán insistieron en que su país pondrá en marcha 3.000 centrifugadoras para conseguir uranio enriquecido a escala industrial antes de marzo de 2007. Después de la reunión, dijeron que la petición del director del OIEA era "irracional" e "inaceptable".

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La visita de El Baradei se produjo dos días después de que el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, anunciara que sus científicos habían logrado completar el ciclo de combustible nuclear, al enriquecer una discreta cantidad de uranio en la cadena de 164 centrifugadoras de la planta de Natanz, en el centro del país. Éste es el paso que la comunidad internacional quería mantener fuera del alcance de Irán, ya que el uranio puede servir, en función de su grado de enriquecimiento, como combustible para centrales nucleares (objetivo declarado por Teherán) y como carga fisible de las bombas atómicas (que Occidente considera el verdadero propósito de Irán).

En horas previas a la llegada de El Baradei, las autoridades iraníes reiteraron sus mensajes desafiantes. "Nuestra situación ha cambiado completamente. Ahora somos un país nuclear, y hablaremos con los demás Estados como un país nuclear", proclamaba el ultraconservador Ahmadineyad. "Nuestra respuesta a aquellos que se enfadan porque Irán haya completado su ciclo nuclear es una frase: enfádense, y muéranse de ese enfado".

El director del programa nuclear iraní, Gholamreza Aghazadeh, aprovechó además la llegada del director del OIEA para reiterar su intención de poner en funcionamiento 3.000 centrifugadoras, que facilitarían en marzo de 2007 cantidades industriales de combustible nuclear (y que, según el estadounidense Stephen Rademaker, secretario de Estado adjunto para la Seguridad Internacional, les permitiría tener la bomba atómica en 271 días).

"Reunión constructiva"

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Con semejante contexto, la reunión de El Baradei con el máximo negociador del programa nuclear iraní, Alí Lariyani, tenía pocos visos de lograr algún efecto. La entrevista duró dos horas y media y, en su comparecencia ante la prensa, el director del OIEA no dejó de lado su habitual tono diplomático. "Ha sido una reunión constructiva", dijo.

El Baradei pidió a Irán que suspenda sus actividades nucleares hasta que esté listo el informe que debe entregar a fin de mes tanto a la Junta de Gobernadores del OIEA como al Consejo de Seguridad de la ONU, que se ha hecho cargo de la crisis iraní. La ONU había dado a Irán un plazo de un mes, que vence el próximo 28 de abril, para que detuviese las actividades vinculadas al enriquecimiento de uranio.

En este sentido, El Baradei aseguró que el OIEA no estaba todavía en condiciones de confirmar los datos ofrecidos por las autoridades iraníes. "Nuestros inspectores trabajan en ello e informarán a la Junta de Gobernadores". Tampoco hay constancia, señaló el experto egipcio, de que Irán haya desviado combustible nuclear hacia objetivos no pacíficos. Lariyani declaró por su parte que Irán "cumple con los compromisos" y que dará a conocer su postura "durante las dos semanas" que quedan para que El Baradei entregue su informe.

Paralelamente, la comunidad internacional, los pesos pesados de la crisis continúan sus gestiones. Estados Unidos, Rusia, China y la troika europea (Reino Unido, Francia y Alemania) se reunirán el próximo martes en Moscú para analizar la crisis nuclear iraní. Todos los implicados insisten en la vía diplomática, pero la negativa de Irán a someterse a las demandas del OIEA ha abierto la puerta a eventuales sanciones por parte del Consejo de Seguridad de la ONU. Estados Unidos y Europa son partidarios de medidas coercitivas, a las que se oponen China y Rusia, que construye en suelo iraní la central nuclear de Bushehr y cuyos esfuerzos mediadores han fracasado hasta ahora.

Las reticencias ante las actividades nucleares iraníes no sólo provienen de Occidente. El ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Ahmed Abul Gheit, aseguró ayer en un comunicado que "Egipto no puede aceptar la aparición de una fuerza militar nuclear en la región, lo que complicaría aún más el desequilibrio de seguridad regional en Oriente Próximo". Las autoridades egipcias abogan por una salida diplomática y recuerdan también que el hecho de que Israel no ha suscrito el Tratado de No Proliferación Nuclear.

Mohamed el Baradei (izquierda) habla con Ali Larijani durante su conferencia de prensa en Teherán.
Mohamed el Baradei (izquierda) habla con Ali Larijani durante su conferencia de prensa en Teherán.REUTERS

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