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Asesinado a tiros en Gaza un juez miembro de Hamás

La lucha por el poder entre las facciones palestinas se recrudece tras los últimos crímenes

La vorágine de violencia crece de nuevo en los territorios palestinos tras semanas de precaria calma. Bassam al Fara, juez de 30 años y dirigente de Hamás, fue asesinado ayer a balazos por enmascarados que le sacaron de su coche a las puertas de un juzgado de Jan Yunis (Gaza), donde era una figura prominente. Un episodio más de la lucha por el poder entre Fatah y Hamás, cuyo agravamiento forzó al primer ministro, el islamista Ismail Haniya, a suspender su primera gira al extranjero desde que asumiera el cargo en marzo.

Tres niños, hijos de un oficial de los servicios de información y miembro de Fatah, el partido del presidente Mahmud Abbas, fueron acribillados a tiros el lunes en Gaza. Cinco milicianos de Hamás cayeron heridos de bala el martes en Ramala, Yenín y Tulkarem (Cisjordania). Los ataques contra jefes locales islamistas se multiplican en Cisjordania, donde el movimiento fundamentalista carece de la fuerza que tiene en la franja de Gaza. A dos días de la celebración del 19º aniversario de la fundación de Hamás, la tensión está en su apogeo. Previsiblemente, el asesinato del juez Al Fara, perteneciente al clan más importante de Jan Yunis, no será el último.

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Haniya llama a la unidad nacional tras los enfrentamientos entre facciones palestinas

"Quienes propugnan un golpe de Estado contra el Gobierno deben soportar la responsabilidad por las acciones que están generando el caos en las calles palestinas", declaró el parlamentario de Hamás Mushir al Masri. Portavoces de Fatah negaron toda implicación en los crímenes. Sin embargo, diplomáticos occidentales y analistas se muestran convencidos de que los autores de gran parte de los asesinatos se esconden bajo el paraguas de Fatah.

Derrota no asumida

El partido fundado por Yasir Arafat y dominador de la vida política palestina durante medio siglo comienza a sufrir síntomas de desesperación, incapaz de asumir su derrota en las urnas hace casi 11 meses. El boicoteo de la comunidad internacional no ha logrado, por el momento, derribar al Gobierno islamista, aunque Abbas y sus consejeros no dejen de amenazar con la disolución del Gobierno y la convocatoria de elecciones presidenciales y legislativas. Los islamistas sienten que están quebrando el asedio económico. Las donaciones y promesas financieras de países musulmanes están otorgando un respiro y Hamás tiene la impresión de que lo peor ha pasado.

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Por si algo faltaba para agravar la coyuntura, cinco cohetes artesanales cayeron en la noche del martes sobre el sur de Israel -una veintena desde que se acordó la tregua entre el Ejército y las facciones palestinas el 26 de noviembre- sin causar daños. Todo apunta a que los agresores forman parte de los anárquicos grupos de Fatah, que tratan a toda costa de desestabilizar al Ejecutivo de Haniya. Queda por ver la reacción israelí a las violaciones del alto el fuego. El primer ministro, Ehud Olmert, aseguró durante su estancia en Alemania que su Gobierno seguirá sin responder. Aunque se ignora hasta cuándo mantendrá esta postura, que le granjea tantos elogios en el extranjero como agrias críticas de la potente extrema derecha de su país.

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