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Columna
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Ciudadano Tim

Tim Robbins acudió al primer Festival de Cine Solidario de Madrid sin escolta que pudiera impedir que él y el alcalde protagonizaran una escena de estrecha-manos digna de su película Candidato Bob Roberts. Y dicen que existen medidas de seguridad.

Pero pretendo romper unos túneles en defensa del sobrino-nieto de Isaac Albéniz, que confiesa tener la lectura como hobby y hubiera querido ser arquitecto y no lo es, decididamente no lo es. Le defiendo desde la piedad que inspira quien siempre se las apaña para estar donde no debe y recibir el resultado contrario al que pretendía. Quizá ésta sea la razón oculta de su remodelación de Madrid: necesita un caos por el que, le pille donde le pille el atasco, a él le parezca hallarse siempre en el centro.

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No me cabe duda de que, oportunismos electoralistas al margen, Ruiz-Gallardón ansiaba realmente conocer a Tim Robbins. No sólo por cinéfilo; tampoco porque cree que ambos son intelectuales interesados por la política ni por el capricho del destino que les hizo nacer en el mismo año, 1958. Lo que el alcalde deseaba era encontrarse con otro liberal. Y no midió, acostumbrado a que los ataques de la Cope le hagan bueno, la diferencia abismal y moral que separa la concepción estadounidense del término de la perversión del mismo que la derecha española ha llevado a cabo, apropiándose de nuestro viejo y noble liberalismo, distorsionándolo y convirtiéndolo en tapadera de lo de siempre.

Fue un desencuentro casi trágico. Ruiz-Gallardón esperaba un reconocimiento tipo:

-Oh, Heavens, another Center Class Membership!

Pero el otro, que tiene ojos de cineasta certero, ya le había calado, y bien. Y es que no se puede jugar con la inteligencia de los demás. Tarde o temprano, alguien te acaba descubriendo. Alguien que se limita a juzgar por los hechos: la no asistencia a la manifestación por las víctimas del atentado de ETA y la untuosa presencia del alcalde en un festival declarado como solidario.

Para alivio de doña Ana Botella de Sociales, que también se personó en el acto, Tim no trajo a Susanita. Es decir, que sólo vino el plátano; la manzana se quedó allá. Porque lo suyo será natural, pero no dejan de vivir en concubinato, jolines.

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