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Reportaje:Debate sobre la pena capital

La abolición en EE UU, en manos de los jueces

El Tribunal Supremo revisa tres casos que pueden entrar en colisión con la Constitución

Yolanda Monge

La esperanza está en los tribunales. No en la clase política, no en la movilización ciudadana. El Tribunal Supremo revisa desde el pasado miércoles los casos de tres condenados a muerte en Tejas que podrían entrar en colisión con la Constitución. Decir Tejas es decir la historia de la máxima pena en Estados Unidos, ya que es allí donde mayor número de personas han muerto a manos del Estado -380, el Estado siguiente es Virginia con 98- desde que fue reintroducida en 1976 tras una pausa de 10 años.

Afortunada o no, la coincidencia hizo que el día que el máximo tribunal del país iniciaba la revisión de los casos de Tejas se cumplieran 30 años desde que Gary Gilmore se convirtió en el primer ejecutado de la historia moderna de la pena de muerte en EE UU. Su ejecución tuvo lugar el 17 de enero de 1977 en la prisión estatal de Utah, atado a un sillón y la cabeza cubierta por un paño negro. Cinco policías de Salt Lake City formaron el pelotón de fusilamiento. Colocados a seis metros delante del reo, dispararon sus rifles contra él simultáneamente, uno cargado con balas de fogueo. Murió en el acto.

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Entre Gary Gilmore y Corey Hamilton -la primera persona en recibir la pena de muerte en Estados Unidos este año, en Tulsa, Oklahoma- median 30 años y 1.075 vidas. La pena de muerte está en vigor en 38 de los 50 Estados de la Unión, aunque se aplica con una cierta regularidad sólo en la mitad. Wisconsin nada a contracorriente. La mayoría de los votantes de ese Estado del Medio Oeste comenzaron a lustrar el camino hacia el cadalso a través de un referéndum el pasado noviembre para restablecer la pena de muerte tras 153 años sin ejecuciones.

Más de 3.300 condenados agotan recursos y peticiones de clemencia en los corredores de la muerte de todo Estados Unidos, según el Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC, siglas en inglés). El hito estuvo en 1999, con la ejecución de 98 personas. Desde entonces, las condenas han descendido en un 50% y las ejecuciones en un 40%, siempre según el DPIC.

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Las ejecuciones han registrado el mayor descenso de la última década en 2006, año en el que fueron asesinadas legalmente 53 personas. La cifra contrasta con las 60 ejecuciones de 2005 o el récord de 1999. "La pena de muerte en Estados Unidos está a la defensiva", declaró Richard Dieter, director del DPIC, al dar a conocer las cifras.

Y va a tener que defenderse ante los jueces. Florida suspendía el pasado diciembre hasta el 1 de marzo las ejecuciones en todo el Estado después de que Ángel Díaz viviera una agonía de 34 minutos antes de fallecer por inyección letal en la prisión de Starke. Casi al mismo tiempo, un juez federal en California determinó que las ejecuciones por inyección letal administradas en ese Estado violaban la Constitución estadounidense porque suponían un sufrimiento innecesario para los condenados. La octava enmienda de la Constitución de Estados Unidos prohíbe los castigos "crueles e inusuales". La mayoría de las 1.075 personas ajusticiadas en los últimos 30 años lo han sido por la polémica inyección letal, ahora en tela de juicio.

"El país se está replanteando el tema", señala Dieter. Disminuye la aplicación, hay menos sentencias y también menor apoyo popular. El descenso de la criminalidad, las malas defensas que sufren muchos acusados sin recursos -y de raza negra, por lo que el fantasma del racismo planea sobre la aplicación- al no poder pagarse un buen abogado y los enormes avances en las técnicas del ADN, que han contribuido a demostrar la inocencia de más de un centenar de condenados a la pena capital se refleja cada día en la sociedad.

En 1994, el 80% de los estadounidenses respaldaba la pena de muerte, según Gallup. Esa cifra está ahora un poco por encima del 60%. Y se reduce al 50% cuando se plantea en el sondeo la alternativa de que los criminales culpables sean condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

¿Está cerca la abolición? El horizonte no se ve cercano a corto plazo, pero si las tendencias de opinión se mantienen y se extiende la corriente revisionista que ha comenzado en algunos Estados, podría llegar ese día.

El abogado y escritor Scout Turrow sentencia en su libro La pena máxima: "El Tribunal Supremo en algún momento llegará a la conclusión de que el castigo capital y la posibilidad de un proceso legal justo son incompatibles".

Será el poder judicial el que ejecute a la pena capital.

Cámara de ejecución de la prisión de Raleigh (Carolina del Norte), donde Kenneth Lee Boyd fue ejecutado en 2005 por el asesinato de su mujer y su suegro.
Cámara de ejecución de la prisión de Raleigh (Carolina del Norte), donde Kenneth Lee Boyd fue ejecutado en 2005 por el asesinato de su mujer y su suegro.AP

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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