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El presidente palestino estrecha el cerco a Hamás en Cisjordania

No tiene demasiada carne para echar en el asador de Cisjordania, pero el presidente palestino, Mahmud Abbas, se esmera en estrechar el cerco a Hamás. La inmensa mayoría de sus decisiones se encomiendan a este fin. Desde que Hamás se hiciera con el control total de la franja de Gaza, a mediados de junio, Abbas o el primer ministro, Salam Fayad, anuncian a diario nuevos decretos o iniciativas: orden de desarme de las milicias; reglamento para ejercer un férreo control de las ONG, vitales para los islamistas; petición para el despliegue de fuerzas internacionales en Gaza, y advertencia a los imanes de Cisjordania.

El pasado fin de semana, Fayad se reunió con 800 clérigos en Ramala. No se anduvo por las ramas. El jefe del Ejecutivo nombrado por Abbas fue directo: "No se tolerará ninguna incitación a la violencia". Algunos imanes salieron respondones, ya que ha habido protestas de las asociaciones de ONG palestinas por las restricciones que el Gobierno pretende imponer para su constitución. Es a todas luces otro camino para minar la implantación de Hamás, que recaba el apoyo popular por sus redes educativas y sanitarias.

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Respecto al desarme de las milicias, ha sucedido lo mismo. No sólo Hamás y Yihad Islámica rechazaron la orden del presidente de desmantelar sus brazos armados. Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, rama militar de Al Fatah, partido que lidera el mandatario, también ha anunciado su negativa tajante a entregar su arsenal. Es más, la mayoría de los detenidos y muertos en las continuas operaciones del Ejército israelí son miembros de esta milicia. Y respecto a la demanda de desplegar soldados extranjeros en la franja, Hamás ya ha advertido que los recibiría con cohetes y granadas.

Desde Israel tampoco recibe Abbas una ayuda decisiva. El Gobierno de Ehud Olmert anunció ayer que devolverá 87 de los 500 millones de euros que retiene ilegalmente a la Autoridad Palestina desde el triunfo de Hamás en las elecciones de enero de 2006. Un empujón simbólico, dada la angustiosa situación política del presidente palestino. Además, la anunciada liberación de 250 prisioneros de Al Fatah tendrá que esperar.

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