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Entrevista:JAIME ROMO | Víctima de abusos sexuales

"Empecé a recordar lo que me hizo al ver a mis hijos durmiendo"

Con 47 años y doctorado por la Universidad de Stanford, a Jaime Romo, aún le cuesta recordar. Un sacerdote le emborrachaba y luego abusaba de él. Tardó años en ser consciente de lo que pasó.

Pregunta. ¿Cuál es el recuerdo más lejano que conserva del sacerdote que abusó de usted?

Respuesta. Mi caso es como otros muchos. Mi familia estaba muy involucrada en la parroquia. Teníamos problemas en nuestra casa, éramos pobres, y el sacerdote de nuestra Iglesia prácticamente me adoptó. Todos pensaron que yo iba a ser su alumno privilegiado. Y poco a poco, con regalos, con viajes, con tiempo a su lado, empezó a darme alcohol y a incluirme en sus amistades. El abuso físico empezó después de ganarse mi confianza y la de mi familia. Yo me sentía dependiente de él porque para mí él tenía mucho que ofrecer. En mi casa éramos tan pobres que su Iglesia para mí era como un santuario.

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P. ¿Era usted consciente entonces de lo que estaba pasando?

R. Hay cosas que recuerdo y cosas que no. Lo que he entendido hablando con otras personas que han sufrido estos abusos es que algunos pueden contar cómo fueron violados, con detalles físicos y violentos, pero otros ni saben ni recuerdan lo que ocurrió. Pero los efectos y el impacto sobre el niño son los mismos: se queda todo en tu conciencia. Es horrible aceptar que aquello lo hizo una persona que representa a Dios.

P. ¿Cómo logró alejarse de ese sacerdote y de sus abusos?

R. Empezó cuando yo tenía 13 años, y duró varios años, hasta los 16. Poco a poco me iba haciendo grande y fuerte. Ocurre con muchas víctimas: cuando los hombres llegan a una edad en la que pueden defenderse, salen de esa dinámica.

P. ¿Se lo contó a sus padres?

R. Es una experiencia que para la persona es difícil de creer, y en mi caso involucraba el uso de alcohol. Y sentía tanta vergüenza que no quería decir nada a nadie.

P. ¿Por qué dio ese paso?

R. Después de muchos años, tuve un contacto con él. Iba a casarme y llevé a mi novia a que conociera mi parroquia. El sacerdote me rechazó. Tuve una reacción muy fuerte y en ese momento recordé muchos de los abusos. Fue como si se abriera una ventana. Después ocurrió lo de Boston

[las primeras denuncias] y recuperé la memoria.

P. ¿Sabe qué fue de él?

R. Cuando yo informé a la diócesis, él ya estaba jubilado, y se murió seis meses después. Pero ahora van a salir los documentos sobre lo que hizo, y va a ser un relato horrible para quienes los vean por primera vez.

P. ¿Ha conocido a más personas que hayan sufrido abusos por el mismo sacerdote?

R. Sí.

P. Y con el paso del tiempo, ¿ha conseguido reconciliarse con su fe católica?

R. Siempre había ido a la Iglesia con mi familia y hablaba con los sacerdotes. Hace unos ocho años me sentí desilusionado y desde entonces no he ido.

P. ¿Tiene hijos? ¿Ha hablado sobre esto con ellos?

R. Sí. Tienen 18 y 17 años. Y fíjese lo que me pasó: cuando yo empecé a recordar lo que me había pasado a mí, mis hijos eran de la misma edad que yo tenía cuando sufrí los abusos. Veía a mis hijos durmiendo y tenía flashbacks.

P. ¿Qué sintió al firmar el acuerdo con la archidiócesis?

R. Es como una exculpación. Como salir de la cárcel. Siento que mi nombre es ahora más limpio. La Iglesia tiene que decir ahora si terminar con el abuso de niños en el mundo es una de sus misiones.

P. ¿Es el cardenal Mahony la persona indicada para esa misión?

R. Mahony y los obispos pueden no ser malas personas pero no tienen ni autoridad ni credibilidad para terminar con el abuso de niños en su institución.

P. ¿Cree que Mahony debería ir a la cárcel por haber ocultado las denuncias?

R. El fiscal de Los Ángeles ha dicho que cuando tenga acceso a los documentos de la Iglesia será posible perseguir a los individuos que han cometido delitos, incluido Mahony. Es posible y es desde luego lo que muchos quieren.

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