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Reportaje:La lacra del dopaje

"Las mallas se estrechan"

El refinamiento de la lucha antidopaje del ciclismo y del atletismo provoca una epidemia de positivos en julio

Carlos Arribas

Más de diez positivos por dopaje de deportistas de alto nivel se han dado a conocer en julio. Cuatro de ellos correspondían a ciclistas del Tour de Francia. Mientras los asuntos de dopaje pusieron a la carrera al borde de la catástrofe, las agencias de noticias no dejaban, al mismo tiempo, de vomitar informaciones sobre controles positivos de deportistas que no eran precisamente ciclistas, sino, en su mayoría, atletas. Pero el atletismo, pese a la persistencia de casos de dopaje al máximo nivel -Gatlin, Jones, Montgomery...- en los últimos años, no ha caído aún en los abismos del psicoanálisis y las sesiones catárticas del ciclismo.

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No hay coincidencia ni casualidad posibles. Ambos deportes, ciclismo y atletismo, son los que han desarrollado a lo largo de los años las estrategias más sofisticadas para descubrir a los tramposos. Pagan por ello el precio de la falta de credibilidad, un asunto que tanto en el mundillo del ciclismo como en el del atletismo se considera una "consecuencia inevitable". "En todo caso, el aumento de números de casos positivos demuestra no tanto que ha aumentado el recurso al dopaje, sino que trabajamos mucho mejor", dice Juan Manuel Alonso, presidente de la comisión médica de la federación internacional de atletismo (IAAF); "dicho de otra manera, sabemos más porque buscamos más".

Pongamos el caso de Iban Mayo. El ciclista vizcaíno ha resultado positivo por EPO, se le ha cazado -argot de las autoridades antidopaje, que consideran su trabajo una lucha de inteligencias, como la caza, entre el cazador y su presa-, porque los inspectores han estado tras su pista desde hace meses. La Unión Ciclista Internacional (UCI) se lo había advertido por escrito varias veces: "Acabaremos cazándote". Las pistas, según la UCI, eran claras: las variaciones de su perfil hematológico -fluctuación de su hematocrito, hemoglobina y reticulocitos- indicaban el recurso a la eritropoietina. Que cayera era cuestión de tiempo y de paciencia. Mario Zorzoli, el cerebro de la lucha antidopaje en la UCI, ilustra esta perseverancia con el caso del lituano Raimondas Rumsas. Su perfil hematológico era claramente irregular y alcanzó cotas exageradas en el Tour de 2002 -su esposa fue detenida con el coche lleno de productos prohibidos-, pero siempre se escapaba entre las mallas de la red. Hasta el Giro de Italia de 2003, en el que un análisis de orina confirmó un positivo por EPO.

"Las mallas de la red, en efecto, se han estrechado", dice Alonso; "hemos creado una sección de inteligencia, espionaje, en la que los expertos cruzan datos, perfiles esteroideos y hematológicos, para afinar el grupo de sospechosos. Además, todos aquéllos que no cumplen perfectamente con la obligación de informarnos de su paradero para los controles fuera de competición pasan directamente al grupo de controlables, igual que los deportistas Guadiana, que viniendo de ninguna parte hacen un marcón o ganan una medalla y luego desaparecen. Y, además, los laboratorios ya empiezan a efectuar de oficio IRMS para detectar testosterona sintética, procedimiento que antes apenas aplicaban. Sabemos mejor a quién controlar, qué buscar y cómo encontrarlo".

También saben que, a efectos publicitarios y de gratificación, más vale cazar a una gran figura que a 100 desconocidos. Así, este verano se han anunciado las caídas de Tatyana Lysenko, plusmarquista mundial de martillo, por un control sorpresa del 9 de mayo (antiestrógenos para bloquear las hormonas femeninas y potenciar las masculinas), y de las búlgaras Vania Stombolova (sorprendente y sospechosísima campeona de Europa de 400 en Gotemburgo) y Venelina Veneva, plata en salto de altura en los Europeos en pista cubierta en Birmingham (lo que podría dar medalla a la española Beitia, cuarta), controladas por sorpresa el 24 de enero en Budapest y en cuya orina había testosterona.

También se ha cazado al francés Florent Lacasse, testosterona, especialista en 800 metros, en un caso que ha llevado los focos de nuevo al medio fondo de ese país, con media docena de casos este año y las denuncias de un ex atleta, sancionado tres años y metido a camello, contra varios grandes nombres que serían sus clientes.

La saltadora de altura Venelina Veneva, durante los pasados Campeonatos de Europa, en Birmingham.
La saltadora de altura Venelina Veneva, durante los pasados Campeonatos de Europa, en Birmingham.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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