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Entrevista:MIKEL OLACIREGUI | DIRECTOR DEL FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

"Las estrellas son importantes, pero no imprescindibles"

Rocío García

Mikel Olaciregui (Pasaia, 1956) afronta su séptimo año al frente del Festival de Cine de San Sebastián. En esta edición, que se celebrará entre el 20 y el 29 de septiembre con un presupuesto de seis millones de euros, se recuperará de nuevo el teatro Victoria Eugenia, un espacio histórico y emblemático para el festival. Sin embargo, el Kursaal será el lugar estrella de las proyecciones. "El Victoria Eugenia sólo tiene 600 localidades con buena visibilidad, frente a las 1.500 del Kursaal, que además se llena".

Creo que San Sebastián sigue teniendo un peso específico en el mundo de los festivales europeos y en lengua castellana
Los festivales se están convirtiendo en islas en las que se rompe esa tendencia a la baja de asistencia a las salas de cine
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Pregunta. Su estreno al frente del festival no fue muy glorioso. La inauguración a pocos días de los atentados del 11-S restó glamour y rostros conocidos en la ciudad. ¿Lo recuerda con horror?

Respuesta. Fue una edición que, por ser la primera, se hizo con muchísima ilusión. Teníamos ya todo muy montado. El 11-S dio al traste con todo el trabajo de un año. Se vivió una especie de tristeza colectiva, y no sólo por la ausencia de rostros conocidos.

P. Este año será su séptima edición. ¿Qué balance hace?

R. Los balances normalmente los hacen terceras personas, pero yo diría que han sido siete años de trabajo muy enriquecedor. Me ha dado la oportunidad de conocer unos aspectos fascinantes de la industria del cine, que es tan complicada y compleja.

P. ¿Cree que el certamen necesita cambios?

R. Eso es algo que se dice continuamente, y en cada edición se van haciendo pequeños cambios, pero realmente en los esquemas generales de los festivales está todo inventado. Nuestra estructura de programación difiere muy poco de otros festivales de características similares que se celebran en el mundo. El único festival que ha dado un cambio radical a su estructura ha sido el de Toronto, que ha hecho un proceso inverso: empezó como un mercado y, avalado por un inmenso poder de convocatoria, se ha convertido en un referente como certamen. Toronto ha revolucionado la fórmula. El resto estamos trabajando con unos esquemas similares.

P. ¿No cree entonces que ese esquema se ha quedado viejo?

R. No sé si hay otra alternativa. Están cambiando tanto todos los hábitos de consumo de cine que igual somos unos nostálgicos de las salas oscuras, de la pantalla grande sin distracciones...

P. Pero los festivales no se han adaptado a esos cambios.

R. Los festivales se están convirtiendo, precisamente, en islas en las cuales se rompe esa tendencia a la baja de asistencia a las salas. En San Sebastián, la asistencia a las salas sigue siendo muy abrumadora, pero luego ese público no acude cuando las películas se estrenan en las salas de cine. Desde los festivales tratamos de ir combinando ese cine que es comercial y de calidad, que lo hay, con un cine que tiene mayores dificultades comerciales de acceso a las salas. Ahí sí tenemos una razón de existir, porque permitimos que haya otro cine representado en las pantallas.

P. Algunas voces críticas aluden a la pérdida de proyección internacional en este festival.

R. Están creciendo festivales por todo el mundo. Coincidiendo con nosotros incluso en fechas. El año pasado comenzó su andadura el Festival de Roma. Sí hay una especie de saturación. Los festivales, con excepción de esos tres grandes monstruos que son Berlín, Cannes y Venecia, están viviendo una especie de lucha por esas world premieres que muchas veces son descabelladas. Creo que San Sebastián sigue teniendo un peso específico dentro del mundo de los festivales europeos y en lengua castellana. Ésa es nuestra área de influencia.

P. Los festivales importantes son una combinación perfecta de buen cine y presencia de rostros conocidos ¿San Sebastián es una excepción en cuanto a la llegada de grandes estrellas?

R. En un momento determinado pusimos en práctica una premisa: la gente del cine que viniera, con excepción de los premios Donostia, tenía que estar relacionada con una película. Eso te limita el poder de convocatoria.

P. ¿O sea, que no es una cuestión de presupuesto del festival?

R. No solamente. Es también una cuestión de peso de industria.

P. Pero, ¿le inquieta que fallen las estrellas?

R. Sí me inquieta, desde el momento en que los medios de comunicación y el público están demandando eso. Creo que hay que poner un empeño y un esfuerzo especial para volver a recuperar esas películas que trae consigo a un tipo de actores o actrices deseados por el público.

P. ¿Qué aportan esos rostros a la vida de un certamen? ¿Son imprescindibles?

R. Yo diría que no, pero sí importantes, porque parte de la crítica sobre los festivales está basada en la afluencia o no de estos personajes. Está claro que hay un tipo de medios de comunicación que cubre mejor una película si vienen los protagonistas que si no vienen.

P. ¿Fletará este año algún avión privado para algún rostro famoso?

R. Si hay que hacerlo, se hará.

P. ¿Hay ya alguno contratado?

R. No.

P. Otros festivales de la misma categoría que el de San Sebastián no tienen ese lastre. ¿Cree que juega en contra el terrorismo de ETA?

R. Yo no diría que juega el terrorismo; hay otras razones que pesan más. ¿Qué peso específico tiene la ciudad de San Sebastián? Hay que comparar la infraestructura hotelera de esta ciudad con la de Cannes, Venecia o Berlín y su número de habitantes. San Sebastián no llega a los 200.000 habitantes y es capaz de realizar un evento que congrega a más de diez mil personas de la industria del cine. Comparativamente con esos otros baremos, el esfuerzo que tiene que hacer esta ciudad es siempre mucho mayor.

P. ¿Le quita el sueño la ruptura de la tregua de ETA?

R. Con los años he aprendido a no quitarme el sueño por lo que yo no puedo controlar bajo ningún concepto. Me inquieta muchísimo como ciudadano.

P. Durante años, Julian Schnabel contribuyó de manera decisiva a la presencia de grandes rostros, con los encuentros que organizaba en Nueva York. Han dejado de hacerse. ¿A qué se debe?

R. Se hicieron durante tres o cuatro años. La generosidad de Schnabel y su mujer fue tremenda, abriendo su casa de Nueva York y el soporte de todas sus amistades. Se mudaron a otro vecindario y no nos pareció oportuno seguir. Creo que en un plazo breve lo podremos recuperar.

P. ¿Cuántos premios Donostia habrá este año?

R. Mínimo, dos.

P. ¿Cree que la profusión de premios Donostia resta valor al galardón? ¿Se ha pensado volver a la política de un solo premio?

R. Hasta el año 1996, los premios se concedían a leyendas del cine que ya estaban, cómo diríamos, en el declive de su carrera, que por su edad no trabajaban con demasiada frecuencia, caso de Gregory Peck, Lara Turner, Claudette Colbert. Ese año se decide premiar a actores que están todavía en activo. Aquel año fueron Catherine Deneuve y Susan Sarandon. ¿Qué ocurre cuando cambias un poco el perfil de los premios Donostia? Con los actores en activo no puedes dar nada por seguro hasta el último momento. Por eso se tienen que tender más hilos.

El primer año de Mikel Olaciregui como director del certamen donostiarra coincidió con los atentados del 11-S. Fue un año sin estrellas, algo que ha seguido lastrando las últimas ediciones. La competencia sin piedad de otros festivales internacionales hace que la lucha por conseguir estrenos mundiales sea en ocasiones descabellada. El festival recupera este año el simbólico teatro Victoria Eugenia, en cuyo interior posa Olaciregui.
El primer año de Mikel Olaciregui como director del certamen donostiarra coincidió con los atentados del 11-S. Fue un año sin estrellas, algo que ha seguido lastrando las últimas ediciones. La competencia sin piedad de otros festivales internacionales hace que la lucha por conseguir estrenos mundiales sea en ocasiones descabellada. El festival recupera este año el simbólico teatro Victoria Eugenia, en cuyo interior posa Olaciregui.JESÚS URIARTE
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