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Reportaje:

Todo empezó por una batalla de huevos

La matanza es producto de una guerra por el poder entre dos familias de la 'Ndrangheta, que arrancó en 1991

Enric González

La palabra 'ndrangheta significa, en dialecto calabrés, "hombres valientes". Hace una generación, los "hombres valientes" de la mafia calabresa eran pastores especializados en secuestros. Duros y crueles, pero marginales: la 'Ndrangheta constituía lo más brutal y primario dentro del crimen organizado italiano. En poco más de 20 años, los hijos de los pastores, licenciados universitarios en muchos casos, han asumido el mando y han llevado a las familias criminales calabresas hasta la cúspide de las redes mafiosas internacionales.

La matanza de Duisburgo refleja una guerra entre clanes, una lucha por el poder, pero también es la consecuencia de una vendetta que empezó porque alguien tiró un huevo de más en un carnaval calabrés de 1991.

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Los "hombres valientes" invierten en Bolsa, controlan el tráfico de cocaína colombiana hacia Europa y se manejan con cierto cosmopolitismo, sin abandonar las raíces: mantienen un dominio total sobre su territorio, la más pobre de las regiones de Italia.

La policía opina que los mafiosos calabreses son más potentes y peligrosos que los sicilianos y los napolitanos. También son más ricos. Facturan cada año al menos 10.000 millones de euros (hasta 36.000, según estimaciones del Instituto Eurispes) y lavan el dinero con la compraventa de acciones, preferentemente en las Bolsas de Milán y Francfort, y a través de centenares de hoteles y restaurantes de su propiedad. "Son, en cierta forma, los yuppies del crimen a gran escala", comentó hace unos meses el comandante Roberto Casagrande, especialista antimafia de los Carabinieri. Saben lo que es un hedge fund y se sienten como en casa en Wall Street. Los principios del negocio, sin embargo, son siempre los mismos. La primera ley dice que hay que eliminar la competencia. En eso están ahora los clanes familiares Nirta-Strangio y Pelle-Vottari.

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Entre 1985 y 1991, una faida (guerra de familias) entre los aproximadamente 150 clanes calabreses causó más de mil muertos. En algunos de los crímenes fueron utilizados misiles tierra-aire, lo que da una idea de los arsenales. Aquella fase de guerra total, sin bandos claramente definidos, devastó la 'Ndrangheta. Una nueva generación, más joven y preparada, asumió el mando y demostró haber aprendido la lección. Fue creado un organismo coordinador con un nombre anodino, La Asociación, sin cabeza visible y sin miembros estables, para resolver los conflictos internos de forma pacífica. Y se aprovechó una guerra entre los clanes sicilianos para introducirse en el tráfico de cocaína. Un pacto con los paramilitares y las FARC en Colombia, y la contratación del batallón paramilitar de los hermanos Mejía por ocho millones de dólares anuales, les permitió despuntar en el negocio de la droga.

Algo falló, sin embargo, en el corazón del sistema. En San Luca, un pueblecito que vendría a constituir el equivalente calabrés del Corleone siciliano, alguien tiró un huevo de más en el carnaval de 1991. Dos grupos de jóvenes empezaron a arrojarse huevos y llegaron a las manos. Uno de los grupos se sintió ofendido y se cobró venganza unos días después, con una emboscada que se saldó con dos muertos y dos heridos. La cosa quedó así por muchos años. La 'Ndrangheta redujo sus asesinatos (69, en 2002; 32, en 2003; 28, en 2004) y se concentró en los negocios. Cuando sintió que el Estado amenazaba sus ingresos, reaccionó con arrogancia. El 16 de octubre de 2005 fue asesinado en un colegio electoral el presidente del Consejo Regional de Calabria, Francesco Fortugno, un político honesto que quería revisar las concesiones de gestión hospitalaria, coto tradicional de los mafiosos.

El equilibrio aparente entre los clanes se mantuvo hasta la pasada Navidad, cuando fue asesinada Maria Strangio, de 33 años, esposa del quintino (jefe) Giovanni Nirta. Desde entonces, el enfrentamiento entre los Nirta-Strangio y los Pelle-Vottari ha causado cuatro muertes más en la zona de Aspromonte. Más allá de la vieja pelea de huevos, ambos clanes se disputan el control de San Luca.

Los seis muertos de ayer habían huido de Calabria porque temían por sus vidas. Eligieron el peor lugar para esconderse, porque Duisburgo es una de las localidades alemanas preferidas por los fugitivos de la 'Ndrangheta. Las víctimas debían sentirse seguras en Duisburgo.

Parece evidente que también se sentían seguros sus verdugos. Una matanza con seis cadáveres en territorio extranjero constituye un hito para el crimen organizado calabrés. La policía italiana teme que el crimen de Duisburgo provoque una escalada de la violencia en Calabria. "Debemos evitar que prosiga esta tragedia", dijo ayer Giuliano Amato, ministro del Interior.

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