Entre 650.000 y 1,5 millones de muertos
Durante la I Guerra Mundial, en abril de 1915, las fuerzas del Imperio otomano mataron a centenares de dirigentes locales armenios y pusieron en marcha la deportación forzosa de esta etnia hacia Siria y Mesopotamia (el actual Irak). La minoría armenia tenía una población estimada de entre dos y tres millones de personas. Cientos de miles de ellas murieron masacradas por las fuerzas otomanas antes de cruzar la frontera de Anatolia, y otras muchas, de hambre y agotamiento.
Los armenios sostienen que fue el primer genocidio del siglo XX, porque fue una matanza sistemática y programada de su etnia por el Estado otomano. Por el contrario, los turcos consideran que el número está inflado y que las muertes no fueron el resultado de un plan de exterminio masivo, sino que se debieron a la grave situación que vivió el país durante la I Guerra Mundial.
Los historiadores cifran entre 650.000 y 1,5 millones de armenios muertos en el periodo que va de 1915 a 1917. Las matanzas se produjeron sobre todo en los años 1915 y 1916.
Una veintena de países reconocen el genocidio armenio, incluidos Francia, Italia, Canadá, Rusia y Argentina, además del Parlamento Europeo y el Parlamento vasco, entre otros.
El genocidio implica la voluntad de acabar total o parcialmente con un grupo determinado de personas con características comunes, como raza, religión, etnia y otras. Pero la declaración formal de genocidio suele ser conflictiva. Como demuestra la decisión unilateral de Estados Unidos de considerar como tal lo que ocurre actualmente en Darfur (Sudán).
Al genocidio armenio siguió el de judíos en la II Guerra Mundial, conocido como el Holocausto. Los más recientes son el de Yugoslavia (1993) y el de Ruanda (1994). En ambos casos se han formado tribunales penales internacionales para juzgar a los responsables.
