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Reportaje:Los problemas de las infraestructuras

Entreno en domingo

Ayer no hubo problemas porque la mayoría de los usuarios viajaban por motivos festivos

La casualidad le dio ayer a Renfe un día de práctica antes del aluvión que se le viene encima. Las larguísimas colas del sábado en algunas estaciones para entrar en los autobuses alternativos al tren, las quejas y las protestas contrastaban con la placidez de ayer. Más que calmar al enfadado, el servicio de información debió ayudar al despistado.

Buena parte de los usuarios utilizaron los autobuses para disfrutar del día festivo. Fue el caso de Kristina, Caroline, Charlotte y Karolina, cuatro universitarias suecas que aprovecharon el domingo para ir a Sitges. Compraron sus billetes en una máquina expendedora del paseo de Gràcia sin que nadie de información les advirtiera de la anómala situación. Cuando accedieron a la vía, les comunicaron que debían bajar en Sants, coger un autobús hasta Gavà y tomar el tren hasta Sitges. Aceptaron el contratiempo y realizaron el trayecto entre risas.

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Pero no sólo hay ocio en domingo. Ramiro Lima, un boliviano que vive en L'Hospitalet, tenía una entrevista de trabajo en Sitges ayer a las once. A esa hora acababa de coger el autobús en Sants. "¡Que no, que no hay tren! ¡No sé por qué!", repetía pegado a su móvil. "A las diez de la mañana estaba en Bellvitge para coger la línea 2 de Cercanías y me han dicho que para llegar a Sitges tenía que venir a Sants. Una vez en Sants he venido corriendo hasta la cola del autobús. Con las prisas no he comprado el billete y me han obligado a volver a la estación y comprarlo, en lugar de vendérmelo en la misma cola". Ramiro cuenta su historia atendiendo las llamadas de teléfono de un amigo al que ha pedido que avise a "la señora de la entrevista" de que llegará tarde, ya que él no tiene su número. Tras 25 minutos de viaje por unas carreteras totalmente despejadas, el autobús llegó a la estación de Renfe de Gavà. Unas 200 personas esperaban calmadamente el tren que venía desde Sant Vicenç de Calders, que llegó al instante. Ramiro y el resto de los viajeros montaron después de que bajaran los pasajeros que se dirigían a Barcelona, quienes subieron a los autobuses que antes había dejado Ramiro y sus compañeros de viaje.

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