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La falta de control en la frontera sur de Gaza pone en alerta máxima a Israel

Cientos de miles de palestinos de Gaza han cruzado la frontera hacia Egipto durante cinco días de flujo incesante. Compran, compran y compran para aliviar sus gravísimas penurias. E incluso es sencillo toparse con personas de 30 años de edad que sólo pretendían salir del territorio. Nunca lo habían hecho. Pero el derribo del muro de hierro y las brechas en el cemento ha permitido también que milicianos palestinos saquen tajada y se infiltren en el Sinaí.

No sería la primera vez que desde la península egipcia cruzan la extensa frontera con Israel para perpetrar ataques terroristas. Y surge la pregunta: ¿Quién controlará el coladero de 14 kilómetros que separa Gaza de Egipto? El Gobierno de Ehud Olmert exige que El Cairo tome cartas en el asunto inmediatamente. Mientras, las alertas se multiplican y las medidas de seguridad en Israel se extreman.

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El Ejército ha cerrado la carretera en el desierto del Negev que corre paralela a la frontera de 300 kilómetros; se ha prohibido el acceso a algunos parques naturales e instalaciones de recreo; se limitan los viajes escolares y se ha puesto en guardia a muchas comunidades agrícolas a lo largo del límite con Egipto.

Para el Estado judío, la audaz operación militar de Hamás es un duro golpe. La frontera con el país árabe ha sido desde el final de la guerra de Yom Kipur, en 1973, y más aún tras los acuerdos de paz entre Menahem Begin y Anuar el Sadat, en 1979, casi una balsa de aceite. Ahora el Ejército tendrá que vigilar como nunca.

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Aunque Hamás no comete un atentado suicida desde hace más de tres años, Yihad Islámica sí los ha ejecutado. 2007 fue el año con menos víctimas mortales israelíes en ataques suicidas en casi una década -tres civiles murieron en el balneario de Eilat hace un año-, pero Israel teme un inminente rebrote virulento. "Intentarán atacar inmediatamente, y casi con seguridad en las dos próximas dos semanas", aseguran funcionarios del Ministerio de Defensa.

La pugna por el control del cruce de Rafah es ardua entre los dos partidos palestinos: Al Fatah y Hamás. Riad al Malki, ministro de Exteriores del Gobierno fiel al presidente Mahmud Abbas, se ha apresurado a dialogar con su homólogo egipcio, Ahmed Abul Gheit, y ayer anunciaba que había acordado que la Autoridad Palestina se haría cargo de la terminal fronteriza, excluyendo a Hamás. Parece más bien un deseo que una realidad. Portavoces islamistas apuntaron inmediatamente que Egipto les había garantizado que no hay pacto alguno que deje al margen a los fundamentalistas.

Mohamed Shihab, dirigente de Hamás, apuntaba a este diario la madrugada de ayer: "No hemos conseguido nuestro objetivo. Queremos que el paso de Rafah se abra. Y queremos negociarlo con Abbas. Pero mientras no haya un acuerdo, de alguna manera mantendremos la frontera abierta". Juegan con las cartas a su favor. La coyuntura sobre el terreno -salvo que Israel optara por retomar el control del corredor Filadelfi, la banda de 14 kilómetros que separa Gaza de Egipto- favorece a Hamás, que cuenta con la presencia aplastante de milicianos en la zona.

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