_
_
_
_
_
TESTIMONIOS DE VÍCTIMAS DEL GENOCIDIO MAYA QUE INVESTIGA LA AUDIENCIA NACIONAL

"Los niños gritaban; los estaban quemando"

Natalia Junquera

Abandonó su aldea de la mano del hombre que había asesinado en su presencia a su familia, incluido a su hermano más pequeño, de un año. Aquel día, 13 de marzo de 1982, Jesús Tecú Osorio, superviviente del genocidio maya, presenció 177 asesinatos. Tenía 10 años.

Cuando los militares del Ejército Nacional de Guatemala y las Patrullas de Autodefensa Civil llegaron a su aldea, a Río Negro, a las seis de la mañana, ya no quedaban hombres. O les habían asesinado o habían huido. "Las mujeres rogaban que no las mataran, decían que ya no tenían maridos, que hicieran con ellas lo que quisieran. Nos pusieron a todos boca abajo. Vi cómo violaban a las adolescentes. Vi degollar a mujeres, colgarlas de los árboles, ahorcarlas. Vi cómo una de ellas se resistía, boca abajo, y cómo uno de los militares le pegaba dos machetazos al bulto que llevaba a la espalda, un bebé. A las cuatro de la tarde sólo quedaban vivas 10 mujeres. Entonces, uno de los patrulleros me dijo: 'Ahora no te voy a matar. Te vas a venir conmigo'. Y le seguí hasta Xococ", relató a EL PAÍS.

"Intentó resistirse. Mataron con un machete al bebé que llevaba en la espalda"
Más información
Un juez procesa por genocidio a 40 altos cargos militares del Gobierno de Ruanda

Tecú vivió dos años con el asesino de su familia, que le utilizó de "esclavo" hasta que su hermano mayor, el único que había sobrevivido a la masacre, recuperó su custodia. Años después, en 1993, Tecú llevó a juicio en Guatemala a tres de los patrulleros autores de la masacre, entre ellos su secuestrador, que fueron condenados a 50 años de prisión. Mañana declara ante el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz, que investiga las matanzas y ha hecho un llamamiento mundial para perseguir a los genocidas. Tecú está convencido de que no va a ser su país el que haga justicia con el pueblo maya. Espera que lo haga España.

Juana González -nombre ficticio que escoge para la entrevista- también busca justicia en España. Es una de las testigos protegidos que esta semana relata ante Pedraz su experiencia como superviviente del genocidio. Los militares mataron a 253 de los 280 habitantes de su aldea el 15 de julio de 1982. Juana, de 45 años, recuerda entre lágrimas el método utilizado: "Metieron a toda la gente en una casa. Yo huí cerca, al monte. Vi humo. Olía mucho a quemado. Los niños gritaban. Los estaban quemando. Cuando amaneció, fui a la casa. Había muchísimas personas ardiendo en el fuego. Pensé que una de las mujeres llevaba la misma ropa que mi madre pero estaba debajo de muchos cuerpos y no le podía dar la vuelta para comprobarlo". Casi toda su familia murió en esa casa. Margarita, otra de las testigos protegidos, describe una escena casi idéntica, otro año, en otra aldea. "Mi familia murió en la masacre. Yo conseguí escapar, vivir, y tengo que contarlo. Hacerles justicia".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_