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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bache o desaceleración

El debate económico debería centrarse en si el empeoramiento es temporal o de larga duración

La economía española inicia su decimoquinto año de crecimiento con una tasa de expansión significativamente superior a la media de las economías desarrolladas. El 3,8% de crecimiento con que se ha cerrado 2007 es tanto más significativo en cuanto ha estado acompañado de un crecimiento notable del empleo. Es muy significativa la diferencia de crecimiento con Francia, cuyo PIB aumentó el 1,9% el año pasado, con Alemania o con el resto de la eurozona y EE UU. Sin embargo, la evolución trimestral en 2007 y los indicadores conocidos en los primeros meses del año demuestran que la desaceleración de la economía española es un hecho. En el cuarto trimestre del año pasado ya estaba creciendo a una tasa del 3,5% y es evidente que la ralentización del PIB persistirá, quizá más acentuada, durante los próximos meses.

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El origen está, como se ha repetido en múltiples ocasiones, en el estancamiento de la construcción y el descenso de la demanda de consumo. Hay que insistir en que un crecimiento menor significa menos creación de empleo y una caída en el consumo. Éste es el principal factor de preocupación social y política de este bache económico. Aunque desde algunos partidos políticos y desde algunos análisis económicos próximos a la oposición se insiste en jugar con el término "recesión", lo cierto es que la economía española, a la vista de los indicadores disponibles, está todavía muy lejos de descensos del PIB.

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El debate económico debería centrarse en cuestiones que tienen poco que ver con el encono político. Por una parte, conviene saber si se está acelerando el cambio en el patrón del crecimiento que permita sustituir la construcción como motor; por otra, se trata de saber si lleva razón el pronóstico optimista del vicepresidente Pedro Solbes, según el cual la fase de desaceleración será corta y los costes sociales serán menores porque se han mejorado las bases y los fundamentos de la economía. Confirmar este pronóstico es esencial porque el crecimiento del paro y la disminución en la creación de empleo pueden derivar en problemas de pobreza e inseguridad si no se activan las redes de protección social.

Existe además una dimensión favorable en esta desaceleración. La productividad está creciendo desde finales de 2006 y los intercambios con el exterior tienen un saldo negativo más bajo en su aportación al crecimiento. La economía española crecerá menos en 2008, pero crecerá mejor que en 2007. Eso sí, tendrá que adecuarse a las restricciones crediticias que dominarán buena parte de este año.

Si la conclusión estrictamente económica es que la economía española, con los indicadores conocidos hoy, está muy lejos de la recesión y que, incluso, se encuentra en condiciones más favorables que el resto de Europa, la conclusión política sólo puede ser, una vez más, que no hay razones honradas para el discurso de la ruina inminente.

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