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Reportaje:Crisis andina

La guerra de Mambrú

Los venezolanos creen que el conflicto con Colombia es una maniobra de Chávez para tapar la crisis económica

Francisco Peregil

La salsa y el merengue no paran de sonar en las tiendas del bulevar de Caracas. Nada hace pensar que más de 500 soldados venezolanos han sido enviados a la frontera con Colombia, por tierra, mar y aire. Unos metros más abajo del bulevar, en la plaza de Chacaíto, hay una concentración de unos cien chavistas con camisetas, pancartas, micrófonos y altavoces para apoyar la decisión del presidente Hugo Chávez. Cualquiera que levante la mano puede coger el micrófono y marcarse su arenga. En los discursos, el presidente colombiano, Álvaro Uribe, suele quedar como esclavo de los intereses de Estados Unidos y de la CIA, narcotraficante, paramilitar o asesino del pueblo colombiano. Después se unirán a la concentración cientos de estudiantes de la Universidad Bolivariana que marchan en dirección a la Embajada de Colombia con cánticos como éste: "Uribe, paraco, el pueblo está berraco".

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Otra parte del pueblo parece estar también algo berraco, encabritado y molesto. Pero no tanto porque el presidente colombiano haya invadido Ecuador para matar al dirigente guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) Raúl Reyes, sino porque a pesar de que Venezuela es uno de los mayores productores petroleros del mundo y el petróleo ha alcanzado este año un precio récord, en los mercados siguen escaseando productos básicos como la leche, el pollo y el arroz.

La gente que se opone a la movilización del Ejército asegura que la guerra no está en la frontera con Colombia, sino en los mercados de Venezuela y en los barrios más pobres, donde impera la delincuencia. El diario opositor Tal Cual llevó a su portada el miércoles la viñeta del dibujante Roberto Weil en la que se veía a una madre abrazada a su hijo militar, aconsejándole: "Hijo, cuídate en la frontera".

"Tranquila, mamá, mandaré correo diariamente".

La madre, sin dejar de abrazarlo, le decía: "Y si puedes, mándame leche, pollo y huevos".

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Ayer, en el mercado de Chacaíto era posible encontrar leche en polvo y tres docenas de cajas de leche líquida. "Pero se acaban enseguida", decía una cliente. "Antes 500 cajas de leche me duraban una semana y ahora, un día", explica el gerente del centro para concluir que la gente dispone de más dinero.

"Ha mejorado un poquito la situación de los alimentos con respecto a hace un mes", reconoce Weil, el autor de la viñeta. "Yo voy al mercado y cocino en casa. No siempre consigo huevos y casi nunca pollo. Si lo consigo es congelado. Leche hay a veces y a veces, no", añade. "Estamos empezando a sentir la escasez de alimentos y el aumento de los precios. Pero no sólo es eso. También hay un problema de delincuencia: uno está siempre pendiente de que no te asalten. Tengo muchísimos amigos a los que han encañonado y les han quitado el carro. Lo que me parece absurdo es que nos metamos en una guerra por defender a la guerrilla. Y que por eso me llamen traidor a la patria".

Si uno pregunta al azar en las calles de Caracas qué opinan del conflicto de Venezuela, la gente se mofa del presidente diciendo que está loco o enfermo. "Le llamamos Ego Chávez. Esto de Colombia no es más que otra bufonada suya. Sólo busca notoriedad mundial, llamar la atención", indica el psiquiatra John Chaquinga.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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