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ELECCIONES 2008 | Las consecuencias del 9-M

El 9-M abre la sucesión en el PP

El segundo fracaso de Rajoy agita la crisis por la renovación en el partido - Las posibles alianzas de Zapatero inquietan a socialistas vascos y catalanes

Los resultados electorales del 9 de marzo han dejado tal estrépito de platos rotos en la casa de los perdedores que la recomposición del estropicio marcará al rojo vivo la agenda política de los próximos meses.

- El Partido Popular, con 10 millones de votos y un líder, Mariano Rajoy, cuya continuidad está en cuestión tras dos fracasos en el duelo con José Luis Rodríguez Zapatero, se replantea su futuro en clave de sucesión.

- Las formaciones nacionalistas que hacen de la independencia su bandera principal, PNV y ERC, han sido vapuleadas por las urnas a costa del éxito socialista. Sus planes de futuro se frenan de golpe mientras se dispara el rumor de la crisis.

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- IU, la tercera formación política de España, se ha quedado, pese a su millón de sufragios, a un paso de la clandestinidad, sin grupo parlamentario propio y sin líder con el que encarar la travesía del desierto.

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- Las alianzas parlamentarias para garantizar la estabilidad del Gobierno durante el mandato que ahora comienza. Sea con CiU en solitario; con PNV más un diputado del grupo mixto, o con los siete parlamentarios de la oposición más a la izquierda (IU, ERC y BNG), pueden causar tensiones internas con socialistas vascos y catalanes.

LA SUCESIÓN DE RAJOY

El abismo catalán

Mariano Rajoy no ha sido capaz de vencer al "peor presidente del Gobierno de la democracia", que, según el PP, puso en peligro la unidad de España, negoció con los terroristas, metió a ETA en las instituciones, traicionó a las víctimas, abrió las heridas de la Guerra Civil, se enfrentó a la Iglesia y sufrió el revés del empeoramiento de la economía en plena campaña electoral.

Todos los esfuerzos del líder del PP y sus estrategas para desgastar a Zapatero por el aval a la política lingüística de Cataluña, por la excesiva tibieza en el País Vasco o por su laxitud ante la inmigración irregular que llega a Canarias, se han estrellado contra los avances del PSOE en esos tres territorios.

La diferencia de votos y escaños entre socialistas y populares en Cataluña se ha convertido en un abismo (1.168.000 votos y 18 escaños) en el que el partido de Rajoy entierra todas sus esperanzas de recuperar el poder.

En el PP empieza a cundir la impotencia. La diferencia que el PSOE les saca en Cataluña triplica a la distancia que el PP obtiene en los dos feudos de los que más presume: Madrid y Valencia. "Por eso", explica un dirigente popular, "la alternativa de Esperanza Aguirre para suceder a Rajoy no parece que pueda resolver el problema que tenemos". Los más optimistas recuerdan que "a la tercera puede ir la vencida". "Aznar", señalan, "perdió dos veces ante Felipe González para ganar a la tercera". Pero Aznar hizo el camino desde la oposición, mientras Rajoy arrancó desde un Gobierno con mayoría absoluta.

Mientras, un sector próximo a Esperanza Aguirre ya pide autocrítica y anoche, en el informativo de Telemadrid, la cadena pública de la Comunidad de Madrid, Fernando Sánchez Dragó culpó a Rajoy de la derrota y le pidió que abandone la dirección del Partido Popular.

LOS PACTOS DE ZAPATERO

Las peligrosas alianzas

La victoria de Zapatero en las elecciones del 9-M se sostiene sobre dos puntales: Cataluña y País Vasco. Los partidos minoritarios que más estabilidad pueden dar a su Gobierno en el Congreso y que formarán grupo propio (CiU, con 11 diputados, y PNV, con 6) son, justamente, los adversarios parlamentarios de los socialistas vascos y catalanes. Por eso, cualquier tentación de Zapatero para buscar pactos estables con CiU y PNV se puede topar con la contestación interna del PSE o del PSC.

Los dirigentes socialistas vaticinan que no habrá problemas. "El presidente se lo va a tomar con calma. Después de Semana Santa hablará con todos antes de la investidura. Y durante la legislatura, lo ideal será que continúe como en la pasada, con pactos puntuales para cada uno de los asuntos. Tiene múltiples variables para conformar sólidas mayorías y el PP no parece que sea capaz de aglutinar simpatías en torno a su proyecto".

VARAPALO AL NACIONALISMO

ERC y PNV meditan su futuro

Esquerra Republicana de Cataluña ha perdido 350.000 votos de una tacada el 9-M y la mitad de los apoyos conseguidos en las elecciones generales de 2004. Su papel en el Congreso ha quedado reducido al de mero comparsa, mientras en Cataluña gobierna junto a PSC e ICV gestionando el desarrollo de un nuevo Estatuto que no apoyaron.

En esa tesitura, su segundo líder, Joan Puigcercós, el hombre que negociaba con Alfredo Pérez Rubalcaba en la primera fase de la anterior legislatura, el diputado que dejó el Congreso para entrar en el Gobierno catalán y apagar los fuegos desatados en distintos frentes, el dirigente que disputa a Josep Lluís Carod Rovira el poder en Esquerra, ha decidido dar un paso decisivo. Con el batacazo electoral todavía caliente, anunció ayer que deja el Ejecutivo catalán para dedicarse en exclusiva a su partido, inmerso en una crisis de identidad agudizada por los resultados del 9-M.

En el PNV, las aguas también bajan revueltas. Con el resultado del pasado domingo no podrían mantener el Gobierno en el País Vasco que atesoran desde las primeras elecciones democráticas. Los socialistas vascos han conseguido 25.000 votos más que la suma de los tres partidos que actualmente forman el Ejecutivo de Vitoria (PNV, EA e IU-EB). Las dos fuerzas no nacionalistas (PSE-PSOE y PP) copan casi el 60% de los votos.

El varapalo electoral -ha perdido casi 120.000 votos y un 6% de apoyos- apenas restará fuerza al PNV en el Congreso, donde sólo perderá un diputado y seguirá siendo uno de los referentes de Zapatero para buscar aliados a sus leyes.

Pero los nacionalistas, hegemónicos desde siempre en el País Vasco, se han encontrado con un enemigo peligroso. El avance de los socialistas, con unas elecciones autonómicas muy cerca, preocupa al PNV.

El lehendakari, Juan José Ibarretxe, tensará la cuerda de las relaciones con el Gobierno central en los próximos meses con su propuesta, pendiente de ratificación en la Cámara de Vitoria, de someter al pueblo vasco a un referéndum de autodeterminación. Zapatero ya ha anunciado que no habrá "choque institucional" con el Gobierno vasco, sino una "desactivación constitucional" de la propuesta de consultaque pretende Ibarretxe.

La partida política pendiente de jugar en el País Vasco se complica aún más con la vuelta de ETA a los asesinatos.

LA PEOR CRISIS DE IU

Un barco que hace agua sin capitán a bordo

Gaspar Llamazares tuvo el domingo pasado el triste honor de convertirse en el líder que ha sufrido la peor derrota de la democracia en IU, con el menor porcentaje de voto de la historia de esa formación y con la pérdida del grupo parlamentario del Congreso.

Llamazares se atrevió con una campaña a contracorriente. Se opuso a la desenfrenada carrera de rebajas fiscales de los dos grandes partidos; a colosales proyectos urbanísticos que atentaban contra el medio ambiente pero que bendecían PSOE y PP; defendió la reforma de la Ley del Aborto y la regulación de la eutanasia que el PSOE había borrado de su programa; y cuestionó las decisiones judiciales que suspendían la actividad de partidos vascos que se negaban a condenar los atentados de ETA.

Por si fuera poco, el asesinato de un ex concejal socialista en Mondragón le estalló en pleno cierre de campaña: su partido tenía un pacto de gobierno con ANV en Mondragón, y esta formación se negaba a condenar el asesinato. Llamazares sufrió la campaña más difícil porque la igualdad en el voto para PSOE y PP que aventuraban los sondeos animaba el voto útil, algo que va contra los intereses de IU.

Los dos debates entre Rajoy y Zapatero ayudaron a desmotivar más aún a los electores que podía conservar IU. La derrota se consumó. La renuncia de Llamazares a seguir al timón deja a la coalición ante la situación más delicada de su historia: sin líder, sin grupo parlamentario, sin dinero y casi sin esperanza de resurrección.

Un operario retira ayer un cartel en la sede central del PP en Madrid con la imagen de Rajoy.
Un operario retira ayer un cartel en la sede central del PP en Madrid con la imagen de Rajoy.AP

Asuntos pendientes en la judicatura

La Administración de justicia en España tiene tres asuntos pendientes de especial envergadura a los que deberá enfrentarse el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en los primeros meses de su segundo mandato.

- La renovación del Tribunal Constitucional. Cuatro de los 12 magistrados del Tribunal Constitucional -tres elegidos a propuesta del PP y uno del PSOE- terminaron su mandato en diciembre pasado pero no hubo tiempo para la renovación. El Senado debe encargarse de ese trámite pero la necesidad de mayorías cualificadas hacen obligatorio el apoyo del Partido Popular a esas propuestas. Con la renovación, y en función de los resultados electorales del 9-M, el empate entre magistrados conservadores y progresistas se rompe a favor de los segundos, siempre que el PP desbloquee en el Senado la renovación pendiente. Un asunto peliagudo y especialmente complejo que, de no resolverse, agravará la crisis que vive el Tribunal Constitucional, que tiene pendiente su sentencia sobre el Estatuto catalán.

- El Gobierno de los jueces. Los vocales del Consejo General del Poder Judicial llevan más de un año con su cargo en funciones. El PP bloqueó durante meses la renovación establecida por Ley y ahora volverá a resurgir el debate sobre un órgano clave encargado de imponer sanciones a los jueces, nombrar altos cargos en los tribunales y dictaminar sobre leyes propuestas por el Gobierno.

- La Fiscalía General del Estado. El nuevo Estatuto Fiscal establece en su disposición transitoria novena que quien desempeñe las funciones de Fiscal General continuará en el ejercicio de su cargo hasta que se produzca su cese, que sólo tendrá lugar cuando, entre otras circunstancias, cese el Gobierno que lo hubiera propuesto. Por esa razón, Cándido Conde-Pumpido debería dejar en breve su puesto aunque el mismo Estatuto Fiscal señala la posibilidad de que el Ejecutivo le vuelva a nombrar.

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