_
_
_
_
_
OPINIÓN
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El peor (por ahora)

Joaquín Estefanía

Pendientes de que la Contabilidad Nacional proporcione las explicaciones detalladas del mal comportamiento de la economía en el primer trimestre del año, los indicadores adelantados del segundo permiten deducir que éste será peor. Hasta tal punto que un debate que hasta ahora era excéntrico llega con fuerza a los estudiosos de la coyuntura: la posibilidad de que el PIB sea negativo (crecimiento negativo) en algún momento del año. El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ha tenido la necesidad de pronunciarse: "El riesgo de recesión es prácticamente cero". Luego existe.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la economía española creció entre enero y marzo tan sólo un 0,3%, lo que en términos anualizados significaría tan sólo un 1,2%. Desde hace 13 años no se había dado un trimestre con un crecimiento tan débil. Cuando lo conoció, el vicepresidente económico, Pedro Solbes, declaró: "La desaceleración es clara y se puede decir que es profunda". Aunque mantuvo su previsión de que el PIB pueda crecer en el año en curso un 2,3%, ésta empieza a ser un ejercicio de voluntarismo, ya que los elementos que nos llegan del exterior no dejan de empeorar.

Habiendo sido malo el primer trimestre del año, los indicadores muestran que el segundo va a ser peor
Más información
La construcción de viviendas cae por primera vez en seis años

Los últimos datos de marzo y los primeros de abril son descendentes: el índice de producción industrial cayó en marzo un 2,6% interanual; el paro registrado se elevó en abril (37.500 desempleados más) por primera vez en el último cuarto de siglo, y los indicadores de consumo (ventas de inmuebles, comercio al por menor, automóviles, índices de confianza...) se deterioran. Lo único que resiste son los beneficios de las grandes empresas y de los bancos, lo que no deja de ser relevante en un ambiente depresivo general.

En los años setenta se acuñó el término de estanflación para definir un cuadro de escaso crecimiento acompañado por el incremento de los precios. Pues bien, la evolución del segundo componente de la estanflación, los precios, tampoco es buena. Aunque la tasa de inflación descendió en abril tres décimas, hasta el 4,2%, no parece fácil que a finales de año se esté en un entorno del 3%, como reflejaba el último cuadro macroeconómico del Gobierno. Según el último pronóstico realizado por la Fundación de las Cajas de Ahorro, en un escenario de precios de petróleo como el que existe hoy (entre 120 y 123 dólares durante lo que queda de año), la inflación se dispararía en los próximos meses (un 5% en agosto y septiembre), para descender hasta el 4,5% en diciembre; así, la inflación interanual se situaría en el 4,5% este año. Si se modera el precio del barril hasta los 96 dólares, la tasa media de inflación sería del 4%.

En estos escenarios a la baja cobra más interés el reparto de las políticas anticíclicas: de sus costes y de sus beneficios. Para que no se aprovechen de aquéllas los mismos que han provocado una buena parte de los desequilibrios con sus excesos de antaño. -

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_