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Reportaje:PEKÍN 2008 | Baloncesto

El espectáculo de los redentores

La selección de Estados Unidos, con Bryant y James a la cabeza, desata la pasión en el Centro Internacional de Prensa

Un pasillo de voluntarios y trabajadores de las empresas chinas que patrocinan los Juegos recibió en la sala de conferencias del Centro Internacional de Prensa a los jugadores del equipo de baloncesto de Estados Unidos, histéricos gritos de emoción incluidos. Cientos de periodistas, más de 500, esperaban, expectantes y cómodamente sentados en los asientos de color anaranjado, a que el jefe de prensa iniciara el turno de preguntas. Fue Mike Krzyzewski, el seleccionador, quien tomó la palabra. "Es un honor para todos nosotros estar aquí representando a un gran país en China, otro gran país que ama el baloncesto como lo amamos nosotros. Sólo esperamos dar un buen espectáculo", dijo. Efectivamente, lo dieron. Bastó con que el jefe de prensa anunciara que los jugadores atenderían a los medios repartidos por la sala y que en la mesa principal se quedarían sentados el seleccionador, Kobe Bryant y LeBron James para que la pasión se desatara.

El partido contra China tiene todos los visos de batir un récord mundial de audiencia
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Odiosos aduladores

Periodistas y aficionados se abalanzaron sobre la tarima pisoteando las plantas que la adornan y haciendo inútil el esfuerzo de los voluntarios encargados de mantener el orden, a los que empujaron sin miramientos. Impasibles, las dos estrellas de la NBA se dejaron rodear y en segundos desparecieron durante casi una hora bajo una multitud de periodistas y mitómanos en busca de una firma mientras sus compañeros se repartían por la sala. Los hubo que abandonaron la montonera exhaustos, sudorosos y felices. Como Wu Tao, técnico acreditado para los Juegos Olímpicos por la Panasonic, que, con lágrimas en los ojos, besaba la camiseta blanca en la que Bryant había garabateado algo parecido a su nombre. "Es el día más feliz de mi vida", repetía, sollozante.

La locura desatada en el Centro Internacional de Prensa precedió a uno de los momentos más esperados en China, el partido que disputará su selección, con Yao Ming, contra el equipo estadounidense. El partido tiene todos los visos de batir un récord mundial de audiencia televisiva y en la prensa china ha sido comparado a la diplomacia del tenis de mesa, como fueron calificados en 1971 los intentos de distensión política entre ambos países.

Si en Barcelona 1992 la selección norteamericana fue bautizada como el Dream Team (Equipo de Ensueño), en Atenas 2004 se ganó el sobrenombre de Nightmare Team (Equipo Pesadilla) tras ser eliminada por Argentina. Ahora, con indudable acierto, los periodistas estadounidenses han bautizado a su selección como Redeem Team (Equipo de la Redención) en un ágil juego de palabras del que todos, Bryant a la cabeza, trata de escapar. "Sólo esperamos dejar un buen sabor de boca a nuestros seguidores ganando el oro para nuestro país", dijo la figura de los Lakers, que aguantó el asedio de manera muy profesional; "somos embajadores de un país y un deporte a los que amamos y debemos estar a la altura de lo que se espera de nosotros".

"Estamos listos para afrontar el partido contra China. Será eléctrico", avisó James, que, pese al agobio que suponía estar rodeado permanentemente por un grupo de 20 personas, tuvo arrestos para echarse unas risas. "¿El rival a batir? ¡Los Wizzards, como siempre!", aseguró. También él dijo conocer la asistencia de George Bush al partido. Será la primera vez que un presidente de Estados Unidos presencie un partido de la selección fuera del país. "Será un día histórico para él, para el baloncesto y para nosotros y queremos estar a la altura", anunció el jugador de los Cavaliers.

Cerca, taponando el acceso a las cabinas de los traductores, que miraban la escena perplejos, Jason Kidd daba por favorito a Argentina -"es el campeón, ¿no?"- y apostaba por un partido complicado ante China. "Sabemos que el público chino es muy caliente porque hemos jugado antes aquí, así que esperamos un ambiente infernal", reconocía en una de las escaleras de la sala el base de los Mavericks ante diez periodistas. Y se negaba a aceptar que el equipo estadounidense sea un grupo de estrellas. "En la selección no hay más estrellas que las de la bandera. De lo que se trata es de ser un equipo", aseguró, y puso como ejemplo a España: "Juega bien porque, verdaderamente, es un equipo".

A una chica italiana que dijo llamarse Soledad se le escapó rodando por la escalera un balón de baloncesto sobre el que instaba a los jugadores a dejar su firma. El ruido que hizo al caerse el armatoste que servía de fondo a las entrevistas con Carmelo Anthony distrajo a Chris Bosh mientras explicaba que la derrota ante Puerto Rico en los Juegos de Atenas de hace cuatro años le pilló saliendo de la Iglesia: "Fue un domingo, sí, lo recuerdo perfectamente. Salía y me dijeron: 'Hemos perdido'. Me giré y pensé: Dios, ¿cómo puede ser eso? Luego, comprendí: sólo es baloncesto".

Viendo la pasión desatada que ayer despertó su presencia, muchos dirían que es algo más. John Walker, técnico del Canal Olímpico de Estados Unidos, lo relativizó: "Siempre es igual. Son los chicos de la NBA. Ellos y nosotros estamos acostumbrados". A su lado, un cámara de televisión chino se daba de bruces contra el suelo mientras trataba de acercarse, caminando entre cables, al grupo que rodeaba a Jerry Colangelo, el manager del equipo norteamericano.

LeBron James se dispone a machacar el aro en un entrenamiento.
LeBron James se dispone a machacar el aro en un entrenamiento.REUTERS

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