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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Hasta que Bill Clinton calló

Antonio Caño

Con gran elegancia y generosidad, Bill Clinton dio el miércoles por concluido el mandato de la saga que lleva su nombre. Aunque todo su discurso de esa noche estuvo plagado de elogios a Barack Obama y de su perfecta capacitación para ser presidente de Estados Unidos, Clinton no habría cedido su lugar prominente en el Partido Demócrata si no hubiera pronunciado la frase final: "Todos aquellos que sigan creyendo en un lugar llamado Hope tienen que salir y elegir a Obama presidente de Estados Unidos". Bill Clinton nació en un pueblo llamado Hope, en Arkansas. Hope significa esperanza en inglés, y el camino hacia un lugar llamado Hope fue el eslogan con el que llegó a la Casa Blanca en 1992. Hope, la esperanza, había sido siempre el reino de Clinton, como último presidente demócrata.

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Ahora, ese emblema y el futuro del partido quedan en manos de Barack Obama. Clinton lo nombró el nuevo monarca de Hope, le entregó la corona y le prometió su lealtad y la de los suyos. "Hillary, Chelsea y yo trabajaremos para hacer a Barack Obama presidente", afirmó.

Quienes le conocen mejor miran con cierta cautela este paso de la antorcha. No acaban de creer que Clinton, que los Clinton -Chelsea ha pronunciado ya algunos discursos- se retiren de la escena tan fácilmente y para siempre. ¿Y si Obama pierde? Incluso si gana, Joe Biden será mayor dentro de ocho años, pero Hillary tendrá sólo 68, ¿por qué no volver a intentarlo?

Es posible que no sea para siempre, pero lo que es seguro es que esta retirada no ha sido tan fácil. El discurso de Bill Clinton fue precedido en esta convención por otro de Hillary Clinton, que llamó a la unidad y respaldó a Obama, pero no tuvo una sola palabra de reconocimiento o elogio hacia él. Ha sido muy duro para ella y para los Clinton. No sólo perder, que para un político lo es todo. Sino llegar a esta convención convertidos en instrumentos de la propaganda electoral del Partido Republicano.

Ellos son, desde luego, parcialmente responsables de su caída. Principalmente por los errores cometidos durante las primarias. Pero también por su ambición de perpetuarse a toda costa. Hasta que Bill Clinton habló el miércoles, esta convención no fue la convención de Obama sino la convención de los Clinton. Hasta las siete de la tarde de ese día, el apellido Clinton monopolizó el espectáculo y sembró el pánico de la división. Sólo cuando Bill Clinton calló y le dejó el micrófono a Joe Biden, empezó la dinastía Obama.

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