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El conflicto en Oriente Próximo

Egipto, demasiado cerca de Tel Aviv

La propuesta de alto el fuego de El Cairo, un mediador indispensable en la guerra, es acogida con recelos

Naiara Galarraga Gortázar

Desfilan por El Cairo presidentes, primeros ministros, enviados de la Unión Europea, ministros israelíes y delegados de Hamás. Egipto es todavía el mediador indispensable, una pieza clave para cualquier solución a la crisis. Pero es también un intermediario muy escorado hacia las tesis israelíes. Tras varios días de escarceos diplomáticos, el régimen de Hosni Mubarak ya ha presentado una iniciativa a la organización fundamentalista, que ha prometido estudiarla. Esa propuesta de alto el fuego -que Mubarak dio a conocer junto al presidente francés, Nicolás Sarkozy, que ha sido apoyada por Estados Unidos, por Mahmud Abbas- consiste en que Israel detendría su brutal ofensiva y Hamás dejaría de lanzar cohetes, los cruces fronterizos entre Gaza e Israel serían abiertos, y en el paso de Rafah, entre la franja y Egipto, trabajarían agentes de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) presidida por Abbas. Este último es un asunto muy espinoso. Un portavoz de Israel en Naciones Unidas anunció anoche que su país está dispuesto a estudiar la propuesta de Mubarak.

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No se debe permitir a Hamás salir vencedor de este conflicto. Éste es el mensaje que, según publicaba ayer el diario Haaretz, Mubarak comunicó a una delegación europea el lunes. En el país árabe más poblado, no hay día en que no se celebren manifestaciones solidarias con Gaza en numerosas ciudades. Los Hermanos Musulmanes -la organización matriz de Hamás- celebran protestas que concluyen con detenidos y heridos. No son mayoritarios en el Parlamento egipcio -el fraude en las elecciones es conocido-, pero su pujanza va en ascenso. El eventual éxito de Hamás en las labores de gobierno en la franja mediterránea, aunque no es el caso, tendría un efecto contagio y consecuencias perniciosas para el Ejecutivo egipcio.

No se conocen con precisión los detalles del plan presentado por Egipto a Hamás, pero sí es seguro que los islamistas no pondrían excesivas objeciones a la presencia de uniformados de la ANP en el cruce de Rafah y tampoco a la misión europea que se hizo cargo de este cruce en noviembre de 2005. No obstante, Hamás exige una condición hasta ahora inexcusable: los agentes del Gobierno islamista de Ismail Haniya también tienen que operar en esa terminal. El movimiento fundamentalista no está dispuesto a ceder en lo que respecta a la legitimidad de su Ejecutivo.

Hay otro problema también: los túneles que atraviesan la frontera, canal de avituallamiento para la franja y para las milicias islamistas. Todo tipo de producto de consumo llega a Gaza subterráneamente. Y también armas y explosivos. Desde que el 27 de diciembre comenzaran los bombardeos masivos, la aviación israelí está aplanando el corredor Filadelfi, la banda de 14 kilómetros que separa Gaza de Egipto. Las bombas de 1.000 kilos ya han hundido decenas, si no cientos, de túneles.

Tel Aviv pretende un acuerdo con El Cairo que colocaría a Mubarak en una situación embarazosa. Ya se han desplegado varias decenas de militares estadounidenses en el lado egipcio de la frontera. Pero el Gobierno de Ehud Olmert desea que ese esfuerzo produzca unos resultados que hasta la fecha han sido escasos. El contrabando ha proseguido sin pausa. La propuesta, sin embargo, supondría un grave problema para un régimen tan celoso de su soberanía. Cuando en enero del año pasado Hamás reventó la frontera de Rafah para buscar alivio a las enormes penurias del millón y medio de habitantes de Gaza, la violación de las fronteras internacionales fue un argumento empleado por varios dirigentes egipcios soliviantados por la osadía de los islamistas.

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El régimen de Hosni Mubarak no perdona a Hamás ni esa quiebra a la soberanía egipcia ni el boicot a una ronda de negociaciones -prevista para el pasado 9 de diciembre- que tenía la finalidad de recomponer la unidad de Fatah y del movimiento islamista, que parece tan lejos como desde el día en que Hamás triunfó en las elecciones, en enero de 2006.

En las calles palestinas, los calificativos que se escuchan sobre el presidente egipcio son cualquier cosa menos amables. Lisa y llanamente, le consideran un aliado de Israel contra Hamás y contra todos los palestinos.

Chávez toma represalias

El Gobierno venezolano anunció ayer, por su parte, que expulsará al embajador de Israel en Venezuela, Shlomo Cohem, y a otros miembros de esa delegación diplomática como protesta por la invasión israelí. En un comunicado, el Gobierno de Hugo Chávez aseguró que "no descansará hasta ver severamente castigados a los responsables de estos crímenes atroces".

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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