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La historia real de Máxima de Holanda

Polémica biografía no autorizada de la esposa del heredero de la Casa de Orange

Isabel Ferrer

Máxima, una historia real es el título en español de la primera biografía no autorizada sobre la juventud de la esposa del heredero de la Casa de Orange. El libro sale en Argentina bajo el sello Mondadori (en holandés aparecerá el 8 de abril editado por Carrera) y presenta a una muchacha ambiciosa y preocupada por su silueta. Una chica de buena familia argentina resuelta a dominar el inglés, amante del tabaco y las fiestas, que no dejó escapar a su príncipe de verdad.

A pesar de que la propia Máxima aseguró al conocer los preparativos del relato que "no tenía nada que ocultar", la polémica está servida. Según los autores, Gonzalo Álvarez Guerrero y Soledad Ferrari, el Servicio de Información del Estado holandés llegó a amenazarles con adoptar medidas jurídicas si persistían en su empeño de indagar en el pasado de la princesa.

El libro afirma que trabajó en una entidad acusada de blanqueo de dinero

El mejor ejemplo de este desencuentro serían los datos acerca del trabajo realizado por la princesa en la entidad argentina Mercado Financiero. El libro indica que estuvo allí entre 1991 y 1993. La parte holandesa reconoce unas meras prácticas entre 1989 y 1990. Un juego de fechas nada desdeñable, puesto que el responsable de la empresa, Aldo Ducler, conocía al padre de la princesa y fue buscado por blanqueo de dinero del narcotráfico en 1998.

En un comunicado, la editorial dice mostrar "a la Máxima que aprendió a lucir sus virtudes y a esconder su pasado, bajo la tutela de su suegra, la reina Beatriz". Para los editores holandeses, resulta más atractivo subrayar sus orígenes familiares y el trabajo de su padre, Jorge Zorreguieta, secretario de Estado durante la dictadura del general Videla.

Otros detalles del libro rozan el tono de la prensa rosa. Es el caso de los dos novios anteriores a su matrimonio, con los que habría conocido a fondo la vida nocturna en Buenos Aires y en Nueva York. O bien el curso rápido de etiqueta seguido por sus parientes y amigos antes de la boda. O las alegres carreras de los huéspedes argentinos por los pasillos de palacio real y su visita a un coffeeshop de Ámsterdam, donde es legal fumar hachís. Y el ensayo de la boda, con la futura princesa paseando por la iglesia envuelta en una cortina para no estropear el vestido que le había diseñado Valentino. Sin olvidar los 1,6 millones de euros que habrían recibido los viajeros latinoamericanos por desplazamiento y estancia.

Máxima de Holanda.
Máxima de Holanda.EFE

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